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Quiero que me acompañen en esta experiencia, que vivan junto conmigo lo que es estar muy cerca de dos grandes figuras del tenis actual.
Serena Williams es la tenista más ganadora de títulos de Grand Slam , de más medallas olímpicas, una deportista fuera de serie, distinguida como la mejor del orbe y la máxima ganadora de dinero entre las mujeres que practican una disciplina deportiva profesional
Por el otro lado, Kevin Anderson , actualmente colocado entre los primeros cinco tenistas de la ATP , representante de Sudáfrica , pero avecindado en Delray Beach en Florida , quien estuvo toda la mañana entrenando en una de las canchas de atrás del estadio del bellísimo Delray Beach Racquet Club , a unos cuantos metros de las famosas playas del sur de Florida.
Cuando llegué al club, empecé a ver un movimiento inusual: carros de policía y camiones de producción de televisión. Pregunté por el número de la cancha que había reservado y me dirigí hacia ésta junto con mi compañero tenista con quien iba a jugar. En ese momento, vi que entraba un cámper enorme, cosa que que nunca sucede, y se acercan policías y agentes de seguridad casi gritando “¡Fuera de aquí, llegó Serena Williams!” Entonces, me di cuenta que era el transporte de la Diva del Tenis, quien grabaría un comercial.
Kevin Anderson estaba entrenando calladamente, como cualquier tenista del club, en una de las canchas traseras y había un gran número de personas. Y es que es un espectáculo verlo por sus más de dos metros de estatura y observar su profesionalismo, pero aún más que eso: su humildad.
Serena, por su lado, no quiere que nadie se le acerque, que no le hablen. Va al estadio, lo cierra, y no deja que nadie la vea; su antipatía es tal, que en el club ninguna persona se le acerca. A veces, quiero pensar que ha trabajado muy fuerte para llegar a donde está, que es enormemente talentosa, que es una campeona sin igual, pero es el peor ejemplo que puede existir para los y las jóvenes de parte de una de las más grandes deportistas de todas las épocas.
Es tal el rechazo de la gente hacia Serena que ni siquiera la van a ver, no la buscan para el autógrafo, porque no los da, y si le piden una selfie, creo que sería el máximo de los errores, porque es capaz de que uno de sus agentes de seguridad les arrebate el teléfono.
No me queda decir más que: Serena... Serénate.
Ver entrenar a Kevin Anderson o a Roger Federer o a Rafa Nadal , por darles unos ejemplos, es un gusto y por eso son los campeones que son; por eso es que los siguen en todo el mundo, porque se dejan querer por la gente, por el público, por los niños y jóvenes que quieren emularlos.
Serena sólo volvió a dar una muestra más de que no es un buen ejemplo para el tenis, ni para el deporte. La mejor atleta de todos los tiempos, señalada por los más escépticos analistas del deporte, pero no es el ejemplo a seguir, ni mucho menos.
Gracias por acompañarme y muchas felicidades en estas fiestas.