Los deportistas han tomado conciencia en el mundo entero, opinan y toman partido acerca de lo que les afecta a ellos y a todos los que están a su alrededor. Para explicar un poco más a fondo este tema, tomemos el caso de lo que está sucediendo en Estados Unidos .

Desde que está Donald Trump en el poder, los equipos campeones se niegan a asistir a la Casa Blanca , una costumbre que se venía haciendo desde hace mucho tiempo, y ahora se manifiestan transmitiendo su sentir, enviando su mensaje a través de los medios de comunicación, buscando soluciones e inspirando cambios.

Donald Trump

se sintió agraviado cuando Colin Kaepernick , exquarterback de los 49ers de San Francisco , protestó al inicio de un partido, colocando una rodilla en tierra, cuando se entonaba el himno nacional de Estados Unidos. Kaepernick y algunos otros jugadores que se unieron a él manifestaron que su acción no tenía nada que ver con el respeto a los militares, sino que era una forma de denunciar las continuas injusticias sociales que se están viviendo en aquel país.

No tardó en prenderse la mecha, ya que LeBron James, hoy en día el deportista más popular en Estados Unidos , le envío un mensaje a Trump diciendo: “Lo más importante para los deportistas, y lo que nos queda para toda la vida, son los logros que conseguimos en el campo de juego”. Con esto, le daba a entender que ir a la Casa Blanca —a tomarse una fotografía con el inquilino en turno— no era lo más importante.

Esto se ha convertido en un acto popular entre los deportistas amateurs y profesionales, ya que muchos de ellos simplemente no quieren ir a la Casa Blanca a ser felicitados por Donald Trump , debido a que su comportamiento histriónico, sus desagradables declaraciones, su repudiado narcisismo, sus ofensivos y amenazadores mensajes en el Twitter, su impulsividad, sus descalificaciones y faltas de respeto a todas las personas, indignan al ser humano.

La última declinación fue la realizada por el equipo de la Universidad de Virginia , actual monarca del basquetbol de la NCAA, que rechazó elegantemente la invitación del controvertido mandatario, diciendo que estaban muy ocupados, avivando la furia y dándole un duro golpe a Trump, quien —de deportes— ni siquiera entiende.

Como anécdota, les cuento que —en una ocasión— durante una final del US Open entre Pete Sampras y Andre Agassi, Trump tuvo la osadía de entrar al partido, entre punto y punto, para buscar su lugar en uno de los palcos inferiores. Por supuesto que recibió la rechifla de los 20 mil espectadores. Trump no era presidente y quería hacerse notar. Lo logró sin problemas, y lo único que recuerdo es su desagradable sonrisa, cuando escuchaba el repudio del público.

luis@vamosdeportes.com

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