Miami se ha convertido en una de las ciudades mas activas en todos los aspectos, pero estas dos semanas en el Sur de la Florida no se habla de otra cosa mas que de Roger Federer y Novak Djokovic , pero se roba la atención el suizo, y no solamente llena el estadio “quitapón” que se colocó dentro del estadio H ard Rock de los Delfines de Miami, sino que vuelve loca a las multitudes que vienen a verlo.
El publico sólo quiere ver a Roger, gritarle, saludarlo, ovacionarlo, porque saben bien que puede ser uno de sus últimos torneos, aunque luego sorprende a todos y continúa participando, jugando y ganando certámenes alrededor del mundo.
Novak Djokovic
es el otro personaje estelar del evento y es reconocido por ser el número uno del Mundo y el mas ganador en este torneo. Ambos tenistas se respetan como personas, como profesionales, y este torneo les da una gran exposición alrededor del mundo antes de que inicie la temporada europea, en la que Rafa Nadal los está esperando para volver a colocarse junto con ellos en los primeros lugares.
La locura que creó Roger Federer en su presentación el sábado ante Radu Albot f ue algo fuera de lo común. El partido estaba anunciado a las 4 de la tarde y yo veía gente correr hacia el estadio como si estuviera temblando. El público gritaba y corría de las canchas exteriores hacia el estadio sin saber por donde entrar y los latinoamericanos somos más escandalosos. Acababan de anunciar que Roger Federer estaría entrando a la cancha en unos minutos y decidí irme a los lugares que los medios tienen reservados y afortunadamente encontré una butaca, me senté y disfruté uno de los mejores partidos de tenis que he visto recientemente.
El estadio, con capacidad para mas de 31 mil aficionados, estaba abarrotado, todos queríamos ver a Roger Federer y como por arte de magia, me senté en la butaca y anunciaron la entrada de Radu Albot, jugador de Moldavia y ganador del O pen de Delray hace sólo unas semanas. Albot escuchó sólo unos aplausos, saludó y se fue a su silla y el sonido local empezó a anunciar la entrada de Roger Federer, y el estadio gritaba como si Freddy Mercury fuera a revivir y cantar su famosa canción “Bohemian Rhapsody” en el estadio de Wembley. Era tal la ovación que el suizo, un tanto apenado, tuvo que volver a saludar a la gente y no dejaban de ovacionarlo.
Me resultó muy emocionante poder constatar el cariño que el público le tiene a Roger Federer y emocionarme al verlo concentrarse para poder ganarle a un Radu Albot que estuvo a punto de ganarle, ya que el moldavo le pegó a la pelota con rencor y Roger estaba sorprendido al perder el primer set. El publico se puso nervioso y empezó a participar, y con aplausos y gritos de ánimo apoyó a Roger, quien respondió con un tenis estupendo venciendo a Albot en tres disputados sets.
Este torneo se ha convertido en un mano a mano entre Novak Djokovic y Roger Federer . Ellos traen sus cosas y grillas políticas, pero no dejan de respetarse en una cancha de tenis y fuera de ella, y el público sólo quiere verlos a ellos jugar.