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Podrá el presidente matar miles de pollos para la Madre Tierra, envolverse en una dilatada emanación de copal durante el trance en que el pueblo bueno le susurra, podrá blandir su bastón de mando a todos los puntos cardinales, podrá ofrendar por un milagro a Indra, al Emperador de Jade, a Viracocha o a la divinidad que le plazca; podrá creer en magia, ponerle velas al ganso, podrá sudar y regar toda la fe que quiera, pero al final, tendrá que enfrentarse con la realidad.
Cerrar los ductos de gasolina para combatir el huachicoleo es una estrategia pueril, emanada de un berrinche nacido en una mente parroquial que desborda ignorancia y soberbia; es una estupidez por todas las vías: económica, social, política, de seguridad y hasta electoral. Eso sí, se aplaude la intención.
El robo de combustible es un negocio sumamente lucrativo que se da en todo el planeta. En los Estados Unidos, por ejemplo, ocurre mediante la clonación de tarjetas de crédito que se usan para comprar gasolina y venderla a precios mucho más bajos. En 2014, en el Condado de Miami Dade, explotó una camioneta que llenaba su tanque en un almacenaje clandestino.
El Consejo de Seguridad Energética de EUA estima pérdidas en 2017 por robo de barriles de petróleo y gasolina de entre 1,500 y 2,000 mdd, sin embargo a nadie se le ha ocurrido la idea de cerrar los ductos para evitar los atracos; sería un balazo en el pie, como los que nos gusta darnos en México.
La visión de acabar rápidamente, en apenas semanas, con el huachicoleo cerrando los ductos es una aberración gravísima, falta de sentido común; sería mejor seguir el exitoso de ejemplo de Colombia.
Entiendo que bajo el particular estratagema de la Cuarta, cerrar los ductos conlleva a que no se roben el combustible porque, voilá!, no hay combustible, luego entonces, según López Obrador, en algún momento los corruptos y camajanes dentro de Pemex optarán por decirles a sus socios Zetas, CJNG, CDG, etc, que el negocio se acabó y que ha llegado la hora de portarse bien.
Mientras eso sucede, ni modo, habrá que sufrir desabasto por el juego de abrir y cerrar la llave con consecuencias económicas y sociales mucho más graves que el delito que se pensaba combatir. Un ejemplo vivo del caldo más caro que las albóndigas.
Seré un hereje, ya qué, ¿pero nadie en el gobierno de AMLO ve lo absurdo de la estrategia?, ¿nadie se atreve a contradecir?, ¿a pensar?
Con todo y 4T y buenas intenciones y rezos y ofrendas y constituciones morales, vendrá un frentazo que se impondrá: siempre habrá robo de gasolina, siempre habrá homicidios, siempre habrá secuestros, siempre violaciones, siempre habrá fraudes, siempre habrá narco, siempre habrá delitos; de lo que se trata es de combatirlos y de disminuir su incidencia, de buscar lo mejor para una sociedad, desaparecerlos en un corto, mediano o largo plazo es, simplemente, una utopía.
¡No al huachicol!, ¡No a las soluciones mágicas!, ¡No al atole con el dedo!, ¡No al pensamiento mesiánico!
De Colofón.- Goebbels de Cuarta resulta la estrategia de bots que utilizan argumentos ridículos para posicionar trending topics a favor del gobierno e intimidar a ciudadanos críticos. No dan miedo, dan risa.