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Pasó en 2006, la entonces poderosa Elba Esther Gordillo pactó con gobernadores para apoyar a Calderón sobre Roberto Madrazo y ganarle a Andrés Manuel López Obrador, fue en el día “D” y todos jalaron parejo, con los azules se podía negociar, con los amarillos de entonces había cero margen, Madrazo era sacrificable en pos de la continuidad.
Pasó, menos pero pasó, en 2012, la candidata del PAN no prendió, no tuvo apoyo del presidente Calderón ni del ex presidente Fox, se desfondó casi hasta el abismo y entonces, pragmáticos, un grupo importante de operadores panistas se volcó a favor de Peña Nieto, otra vez era mejor garantizar la continuidad con algo de margen al futuro que con ninguno… ser oposición se siente mejor que ser desterrado.
Hoy suenan a historias viejas, existe un mapa político totalmente diferente al de esas épocas, veamos los números: entre el PAN y el PRD, en alianza o solitos, tienen en su poder a 16 gobiernos estatales, entre el PRI y el Verde suman 15 y hay un independiente. En síntesis, un fifty/fifty.
El pleito del gobierno federal con Ricardo Anaya a finales del año pasado dibuja un escenario que se antoja insalvable, unos lo tachan de traidor y los otros consideran que se pasaron de la raya en los ataques contra el dirigente panista; la concertacesión o la declinación de facto de uno por otro se mira utópica.
Además, hoy el PAN no juega solo, sus aliados en Movimiento Ciudadano y en el PRD tienen un peso determinante en las decisiones del partido, ¿aceptarían apoyar a Meade si vieran a un Anaya perdido?, ¿o más bien apuntarían sus esfuerzos por Andrés Manuel?, ¿se hundirían con el barco en una muestra de lealtad inédita?
Para el PRI las cosas no pintan mejor, seis años en el poder les bastaron para olvidarse de doce como oposición, escasean los soldados y abundan los generales, cada uno con su propia tropa de coroneles, se perciben aún divididos, con bandazos, manotazos inexactos en el rumbo de su campaña, se siente la falta de empatía ante el reto de una elección que se antoja, como bien lo dice León Krauze en estas mismas páginas, una elección de cambio… y muchas veces, los generales, como los capitanes, sí prefieren hundirse con el barco, ¡primero el honor que la humillación frente al adversario!
Ciertamente, tal vez el pacto no sea necesario, puede ser que, como prevén muchos analistas, un candidato empiece cerca del puntero y no necesite del otro, van los números de acuerdo con Oraculus.mx: Buendía y Laredo posicionan a Anaya a 8 puntos de AMLO, Mitofsky lo coloca a 5 y Suasor le da una cercanía a Meade con respecto al puntero de sólo tres puntos, pero con una mayoría de indecisos.
Con esos números, ¿será que sobran los apoyos de los que antes fueron socios en su afán de impedir que Andrés Manuel llegue?, ¿o será que aún falta que el agua llegue un poco más al cuello?
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