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En un mensaje dominguero, muy inusual en el estilo, el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, llamó a la mesa de diálogo a los partidos políticos y candidatos ante el clima de violencia que se vive en el marco electoral.
Quizá Navarrete se refería, en concreto, a los más de 90 asesinatos de políticos regionales que llevamos desde que, en septiembre, inició el proceso electoral.
Me viene a la memoria aquel 24 de enero, cuando, casi estrenando cargo, el secretario de Gobernación declaraba, luego de reunión con Lorenzo Córdova, que no se habían detectado focos rojos en la elección, con todo y que por esas fechas se superaban ya los treinta homicidios.
Pero en Gobernación no estarán hablando del encono político de las campañas, ¿verdad?, porque, apenas en febrero, el presidente del PAN, Damián Zepeda, se reunió con Navarrete para abrir un diálogo con el gobierno federal por los temas de las campañas, entonces venideras, y, poquito después, casi al instante, inició una serie de ataques de alto impacto contra el candidato Ricardo Anaya por estar involucrado en una supuesta red de lavado de dinero. Desde el PRI, Enrique Ochoa lo llamó, un día sí y al otro también, corrupto y lavador hasta el cansancio, bueno, incluso hasta de socio del narco lo tachó…
Evidentemente, por esas “minucias”, se rompió cualquier diálogo con el gobierno federal cuando, además, de manera por demás desaseada y desesperada, la PGR difundió el video de la cámara de seguridad donde Anaya se presentaba con sus abogados para pedir si existía o no una investigación abierta en su contra.
Supongo, entonces, que el diálogo al que se refiere Navarrete Prida va, más que por los buenos deseos, por hacer algo que detenga los muertos que se van sumando cada semana y por hablar del elefante blanco, salpicado, eso sí, de mucha sangre, en la sala, que se llama narco en las campañas.
Todos los partidos políticos, todos, han tenido que organizar funerales para sus muertos y no apuntan a ser asesinatos del sistema político, sino del sistema de la maña.
Tan fácil: al crimen organizado le interesa tener el control regional, dejar o no dejar pasar por un camino a quien les venga en gana, que nadie les toque las casas de seguridad, que la policía local mire para otro lado en el momento preciso…
¿Cuántas elecciones regionales están manipuladas, de facto, por la delincuencia?, ¿cómo se puede garantizar democracia cuando, muy probablemente, muchos candidatos son representantes o enemigos de los cárteles y se termina resolviendo el debate público a balazos y muertos?
Hablar de concordia es asustarse por las mentadas de madre cuando muchas regiones se ahogan en plomo. Ojalá que sí haya diálogo, para algo más que la foto.
DE COLOFÓN.— El puntero no mintió, “engañó con la verdad”: 1, no le dará marcha atrás a la reforma educativa y le cumple a las ONGs; 2, no necesita quitar de la ley la reforma educativa, simplemente que no se aplique, y le cumple a la CNTE… ¡Esa dualidad no la tiene ni Obama!
Quizá Navarrete se refería, en concreto, a los más de 90 asesinatos de políticos regionales que llevamos desde que, en septiembre, inició el proceso electoral.
Me viene a la memoria aquel 24 de enero, cuando, casi estrenando cargo, el secretario de Gobernación declaraba, luego de reunión con Lorenzo Córdova, que no se habían detectado focos rojos en la elección, con todo y que por esas fechas se superaban ya los treinta homicidios.
Pero en Gobernación no estarán hablando del encono político de las campañas, ¿verdad?, porque, apenas en febrero, el presidente del PAN, Damián Zepeda, se reunió con Navarrete para abrir un diálogo con el gobierno federal por los temas de las campañas, entonces venideras, y, poquito después, casi al instante, inició una serie de ataques de alto impacto contra el candidato Ricardo Anaya por estar involucrado en una supuesta red de lavado de dinero. Desde el PRI, Enrique Ochoa lo llamó, un día sí y al otro también, corrupto y lavador hasta el cansancio, bueno, incluso hasta de socio del narco lo tachó…
Evidentemente, por esas “minucias”, se rompió cualquier diálogo con el gobierno federal cuando, además, de manera por demás desaseada y desesperada, la PGR difundió el video de la cámara de seguridad donde Anaya se presentaba con sus abogados para pedir si existía o no una investigación abierta en su contra.
Supongo, entonces, que el diálogo al que se refiere Navarrete Prida va, más que por los buenos deseos, por hacer algo que detenga los muertos que se van sumando cada semana y por hablar del elefante blanco, salpicado, eso sí, de mucha sangre, en la sala, que se llama narco en las campañas.
Todos los partidos políticos, todos, han tenido que organizar funerales para sus muertos y no apuntan a ser asesinatos del sistema político, sino del sistema de la maña.
Tan fácil: al crimen organizado le interesa tener el control regional, dejar o no dejar pasar por un camino a quien les venga en gana, que nadie les toque las casas de seguridad, que la policía local mire para otro lado en el momento preciso…
¿Cuántas elecciones regionales están manipuladas, de facto, por la delincuencia?, ¿cómo se puede garantizar democracia cuando, muy probablemente, muchos candidatos son representantes o enemigos de los cárteles y se termina resolviendo el debate público a balazos y muertos?
Hablar de concordia es asustarse por las mentadas de madre cuando muchas regiones se ahogan en plomo. Ojalá que sí haya diálogo, para algo más que la foto.
DE COLOFÓN.— El puntero no mintió, “engañó con la verdad”: 1, no le dará marcha atrás a la reforma educativa y le cumple a las ONGs; 2, no necesita quitar de la ley la reforma educativa, simplemente que no se aplique, y le cumple a la CNTE… ¡Esa dualidad no la tiene ni Obama!