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Sin duda podrá ser el candidato más preparado académicamente y el de mayor experiencia en el gobierno , es articulado pero no prende ni cautiva ni empatiza, le falta conectar, le falta el “click”, el “punch”, le falta ver más bax….
José Antonio Meade
pudo haber sido la promesa disruptiva del milagro en la continuidad del PRI en Los Pinos pero, con gran honor (hay que reconocerlo), decidió no romper con quién lo apoyó y hoy su apuesta lo ha orillado a hundirse con el barco entero.
Es una lástima, porque Meade pudo hacer mucho, muchísimo más en esta campaña si tan solo se hubiera deslindado del partido que lo apoyó y del gobierno para el que trabajó… ¿esquizofrénico, verdad?
Meade no rompió con Peña Nieto y lo defendió, y defenderá, hasta el final. Meade se abrazó con lo peor del priísmo y les gritó: ¡háganme suyo! y suyo lo hicieron y ya suyo lo culparán del peor fracaso en la historia del partido, aunque sea el candidato el menos responsable de la debacle fatal.
Un hombre tan global, me extraña tanto, optó por cerrar los ojos al movimiento mundial de antisistema que arrasa elecciones ante el hartazgo por todo y que encuentra al villano favorito en el gobierno presente, sea cual fuere, sin importar centro, derecha o izquierda, cualquier gobierno es malo y lo mejor es el cambio: ¿no vieron eso cuando diseñaron la campaña?, ¿sí diseñaron la campaña en algún momento, verdad?
Desde hace meses, Meade debió romper por completo con el sistema para ganarse un puntito de credibilidad y construir, a partir de ahí, su camino como ciudadano candidato, debió arrancarse con ácido las rémoras que le succionaron credibilidad y lo dejaron convertido en una caricatura del poder, en la última opción del sistema que se ahoga...
Porque, aceptémoslo, Pepe nunca fue el plan “A” en la liturgia presidencial.
Y cómo no era el plan “A” parecía que les debía algo y se notó demasiado. Y como no era el plan “A” no lo dejaban ser capitán ni general ni comandante ni nada y le imponían todo: el más humilde y sencillo de los candidatos se llenó de algunos de los más soberbios y sobrados operadores del país, las divas no estaban en la boleta… ¡qué bonito!, ¿qué podría salir mal?
Pepe Meade va a perder la elección, lo sabe él, lo sabe el Presidente , lo sabe el partido y lo sabe el país.
José Antonio Meade Kuribreña es un hombre demasiado elegante e inteligente para disolverse en los ridículos argumentos que sus voceros aplican como un mantra: que va a crecer y convertirse en la segunda opción y el día D la gente votará por él, que la gente encuestada realmente no vota, que las encuestas son fraude, que las integradoras de encuestas son un fraude, que ellos son los únicos con maquinaria, que todos los indecisos están con él, que hay un voto oculto del PRI que ese día saldrá del clóset, que las encuestas se usan como propaganda y que va a ganar, que va a ganar, que va a ganar, que va a ganar y que, pena me da escribirlo, “hay que preparar a la gente para el escenario del error de las encuestas”.
Cuando hablan así en su nombre terminan por encolerizar más a casi cualquier mexicano, 7 de cada 10 dicen las encuestas, que jamás votaría por el PRI (y, neta, nadie cree que Nueva Alianza o el Verde sean la “opción alternativa”).
Será cenizas, pero después de 2018, con gran fuerza, ojalá resurja uno de los mejores y más articulados perfiles políticos contemporáneos. Aún estará vacante la plaza de líder de la oposición y ese camino tiene mucha más trascendencia histórica que la que podría tener cualquier ungido presidencial.
Abrazo, con gran cariño, a Pepe Meade… ¡suerte!
DE COLOFÓN.—
Saben que perderán en Yucatán y en Guanajuato pero en el siguiente gobierno, de llegar ellos, será prioridad impulsar el discurso oficial en los estados de oposición.