Trump ha ganado una importante batalla a México y a Canadá, tal vez sea cierto aquello de que los Estados Unidos cedieron en temas clave para México, tal vez sea cierto que hubo una negociación fortísima para defender los intereses mexicanos sobre la política y la imagen pública a costa, incluso, de nuestros lejanos socios canadienses o tal vez sea cierto, también, que no nos quedaba de otra: o ganaba Trump o se perdía todo.

De acuerdo a datos del Observatory of Economic Complexity, México exporta el 74% de sus productos y servicios a Estados Unidos, otro casi 6% se va a Canadá sumando un total de 80% de ingresos dependientes directamente del tratado. (https://atlas.media.mit.edu/es/profile/country/mex/)

El resto de nuestro mercado en el mundo es, francamente, marginal y con balanza comercial negativa, es decir, a los demás países les compramos más de lo que les vendemos. Por ejemplo, a China le exportamos 1.9% de nuestros productos, principalmente mineral de cobre y circuitos integrados, pero le importamos el 17% de lo compramos, principalmente electrónicos diversos. Sin TLC, el papel de México en el mundo se vuelve raquítico.

Desde el principio de su administración, el presidente Trump dejó en claro que no toleraría lo que él ve como un “abuso” de la relación trilateral que, traducido, se refiere a una balanza comercial negativa para los Estados Unidos: es decir que exista un mayor “beneficio” para Canadá y México porque venden más a Estados Unidos de lo que Estados Unidos les vende a ellos.

La visión de Trump, que no tiene mucho sustento para varios economistas contemporáneos pues no toma en cuenta los beneficios en costos, productividad e inversiones para los Estados Unidos, lejos de la simple balanza comercial, llevó a una compleja negociación que ha durado poco más de un año y que parece ver su fin con la muy próxima muerte del TLC hasta en el nombre.

Trump quiere, y parece que lo ha logrado, tener dos acuerdos bilaterales y no un tratado trilateral, lo puede hacer porque Canadá, al igual que México, tiene el 74% de sus exportaciones en ese país, ¿el que paga manda? (https://atlas.media.mit.edu/es/profile/country/can/)

México ha logrado acuerdos de los que aún no conocemos las cláusulas pequeñas, el demonio que habita en el infierno de los detalles, nos hemos “salvado” sin saber exactamente a qué precio para el largo plazo, pero, al menos, de panzazo, seguimos en la jugada y garantizamos nuestro poco más de 70% de mercado en condiciones diferentes.

Ahora le toca a Canadá. Tendrá que jugar las reglas de quien más les compra, aceptar las amenazas arancelarias a sus productos o rezongar al grado, peligroso, de hacer hipar al bebé que ha puesto al mundo y al libre mercado de cabeza.

Abrirnos al mundo suena muy bien. Sonaba muy bien hace veinte años, pero fue más fácil abrirnos a los Estados Unidos, en ese entonces Trump solo era un mal sueño de algún oráculo trasnochado.

The customer is king.

DE COLOFÓN.— Siempre sí: Benito Juárez será el rostro del billete de 500 pesos. Son coincidencias en la 4a transformación, solo eso, coincidencias.

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