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Estimado, Andrés Manuel.
Nunca he tenido oportunidad de entrevistarlo ni de saludarlo, sin embargo, lo he visto muy de cerca en varias ocasiones, la primera fue en los mítines informativos que realizaba en el Zócalo cuando ocurrió lo que llamó un “fraude electoral” en el año 2006, yo tenía 23 años y voté por usted, por aquel entonces grababa bodas, XV años y primeras comuniones en Querétaro, los domingos vendía mercancía en el Mercado de la Cruz.
No era fifí entonces y no lo soy ahora, siempre me identifiqué con la causa de la lucha contra la pobreza porque la viví en carne viva, porque sé muy bien lo que duele tener el bolsillo y el estómago vacíos.
Me ha costado mucho salir avante, lo he hecho a pesar de las circunstancias y de las adversidades, es por eso que me atreví a escribirle esta misiva, aclaro algo: no me manda nadie, lo hago a título personalísimo y asumo la responsabilidad de la misma.
Antes de que asuma el cargo, usted ha hecho ya historia: es el presidente más votado, más querido y más poderoso en los anales de México. Viene lo más difícil: usted ahora es gobierno.
Usted, y todas las voces de su causa, encontraron siempre ecos fortísimos durante los últimos 12 años. Nunca, jamás, se quedó su voz sin ser replicada por cientos de medios y periodistas, entre los que me incluyo, las “benditas” redes sociales, incluso, la acrecentaron aún más.
Creo firmemente en la libertad de expresión como uno de los baluartes más importantes de la democracia, creo en la libertad de las redes, de ahí vengo, ahí empecé y ahí, como en todos los espacios que me brinden su confianza, me mantendré.
Por eso, Andrés Manuel, me ha extrañado muchísimo el trato que ha tenido con varios colegas, por ejemplo, me preocupa mucho que, sabedor de su gran poder e influencia, azuzara una burla, un “aplauso”, a periodistas del pueblo que también sufren carencias, y muchas, ante un cuestionamiento más que válido sobre un manejo oscuro de recursos en el fideicomiso que usted promovió. ¿Así va a ser, señor presidente?
Con todo el respeto, hay preguntas que deberían ser respondidas: el rastro del dinero se pulveriza con el efectivo y eso requiere explicaciones, ¿no considera que otorgar dinero en efectivo a damnificados en diciembre y enero, a meses de la campaña, con la firma de su partido, constituye una competencia desleal ante los otros partidos que sí acataron las reglas?, ¿por qué algunos de los donatarios aportaron cantidades muy superiores, exorbitantes, al sencillo nivel de vida que presumían tener?, ¿por qué el carrusel, los atípicos depósitos bancarios, se dieron cuatro meses después de la tragedia?, ¿pedirá una investigación de la CNBV y de autoridades hacendarias sobre el tema?, ¿pediría usted una investigación de un ente imparcial?, ¿haría públicos los resultados de la misma?, ¿mete usted las manos al fuego por absolutamente todos los involucrados en el fideicomiso, más allá de los nombres que ya se han hecho públicos?, ¿por qué no decidió devolver las prerrogativas de su partido a la tesorería de la nación y exigió transparencia en el uso de las mismas? Hay muchas dudas, muchas preguntas sin mala fe, señor presidente.
Una crítica, un señalamiento, un reportaje, una crónica y una nota periodística, señor, no son una vil venganza ni una calumnia, los medios sirven de contrapeso, ¿o lo fueron entonces la Casa Blanca, la Estafa Maestra, Odebrecht, los casos de Duarte, Duarte, Borge y Sandoval o la investigación sobre las naves industriales de Ricardo Anaya?
Andrés Manuel, es usted el hombre más poderoso en la historia de México, cada una de sus palabras tiene una repercusión de inimaginable alcance. Usted ya ganó, nadie puede, ni física ni jurídicamente, tumbar su triunfo. Usted será el hombre más poderoso en la historia de este país por los próximos seis años. Es un hecho.
Por el bien de todos, es mi deseo que sea usted el mejor presidente de México, uno que respete la investidura que más de 30 millones de ciudadanos le han conferido. Ojalá que así sea.
Mucho éxito.