“Es el peligro menos esperado, el que más aprisa llega”Voltaire.

Enjuiciar a los expresidentes de México no será un proceso legal, no participarán jueces de carrera ni mucho menos existirá un proceso apegado a derecho. Enjuiciar a los expresidentes de México será un show de cuarta, en la Cuarta.

El presidente López ha sugerido “hacer un juicio a expresidentes, más que encarcelarlos”, lo que no puede significar nada más allá de una farsa, de un teatro, de una payasada austera, barata.

Imagino el Zócalo, repleto de creyentes en el Ganso, convertido en un jurado popular, viene luego un discurso incendiario como argumentación de la fiscalía frente la fotografía de los expresidentes como su única representación, con sus sillas vacías, ¡cobardes que no quisieron defenderse!, ¡peleles!, ¡chachalacas!... Y luego, al final, el grito de “¡culpables!” que inunda las calles del Centro, que cimbra el catre de López en el Palacio, que sobresalta al Guadalupe Victoria de su oficina, ¡culpables!, ¡culpables!, ¡culpables! y mil veces ¡culpables!

Juicio sumario, juicio popular, juicio de la historia, juicio de brujas, juicio inquisidor, juicio de cuarta, juicio de la Cuarta, juicio de máscaras, juicio de la rebeldía, juicio de ciego, juicio de todas las instancias, juicio sin castigo, juicio de orgasmos mentales, juicio de placer, juicio onanista, juicio de schadenfreude, juicio sin pruebas, juicio oclocrático.

Si robaron, si cometieron fraude o si fueron responsables de genocidio no habrá castigo alguno, porque el juicio de López trasciende a la carne y al hueso, juzga una forma de ver el mundo, es como un Dios que juzga el pecado neoliberal, tecnócrata, el pecado original de los nuevos tiempos.

¿Suena exagerado?, no tanto, recordemos la “presidencia legítima” después de la toma de Reforma, es el estilo del Presidente, su manera particular de “domar al tigre” o, más bien, de repartir atole con el dedo.

Es jurídicamente imposible, por donde quiera que se le vea, iniciar un juicio penal por voluntad popular, violenta tratados internacionales, violenta la concepción misma del derecho.

Sin embargo, podría ser electoralmente rentable el show del juicio, lanzando bolas rápidas y distractoras a los problemas sociales y económicos de la nación.

Tenemos que entender que las reglas han cambiado, no estamos frente a un escenario que aplique la lógica del liberalismo sino la del populismo con todo y la afrenta democrática que eso signifique.

Tenemos que entender que llegó la era de la oclocracia y su oposición parece hundida en pavor.

De Colofón.- El tema no fue comprar las pipas sin licitación, lo más interesante del caso serán los servicios adquiridos en las letras chiquitas del contrato.

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