París, Francia. Faltan quince minutos para las once de la mañana y ya tengo esa angustia y nervios anticipados de llegar al Hotel Drouot, entrar en alguno de los quince salones de exhibición previa a las subastas para revisar todas las maravillas que salen a subasta en ésta, que es la casa de subastas más grande del mundo; quince salones de exhibiciones llenos de expertos, dilettantes, coleccionistas, revendedores, mirones y algunos turistas.
Es una de las experiencias más fascinantes que cualquier comprador y amante de las antigüedades, de las chácharas y prácticamente de cualquier objeto de segunda mano puede vivir.
Es la verdadera cueva de Alí Babá, donde salen a remate cualquier cantidad de objetos y obras de arte (400,000 al año aproximadamente). Tomemos en cuenta la importancia y riqueza de Francia como país en el mundo, así como la cantidad de objetos y obras de arte, tanto nacionales como extranjeros, que han acumulado. El país es un ático gigante.
El edificio se encuentra en el noveno distrito de París, un edificio más bien feo de acero y vidrio, construido a finales de los años setenta, donde sesenta subastadores utilizan sus instalaciones para hacer las subastas de todos los temas imaginables. Todas las subastas empiezan a las 14:00 horas.
Al entrar, nos encontramos con una recepción amplia en la que se puede pedir informes y unas mesas altas para revisar los catálogos de las subastas del día y de las próximas; más adentro están las escaleras eléctricas centrales que llevan a los tres pisos con 15 salas de subastas con paredes color rojo que sirven también para las exhibiciones previas.
Visitamos cualquiera de estas salas que, como decía, tienen las paredes forradas de tela roja y seguimos el flujo de vitrinas llenas de marfiles, porcelanas, jades, esculturas pequeñas, bronces, objetos decorativos y raros, paredes llenas de cuadros de todas las épocas, con óleos, acuarelas, grabados, dibujos, vitrinas repletas de joyería y relojes antiguos y menos antiguos, muebles de época y modernos, instrumentos musicales, libros raros en libreros, además de cajas y cajas de libros no tan raros, mapas y documentos importantes, vinos, ropa vintage, bolsas de marca para dama, pósters, fotos, timbres, plata, tapetes, taxidermia, colecciones de gente famosa, políticos, tesoros escondidos solo para conocedores y suertudos… todo de segunda mano y todo con historia, como la azucarera, todavía con azúcar, de una señora de más de 101 años que murió la semana pasada y cuyas pertenencias ya están en subasta en Drouot…