Antes que cualquier mirrey o godínez, existió gutierritos, un oscuro pobre diablo oficinista dominado por su mujer: un modelo de bruja encarnada por María Rivas que volvió a Rafael Banquells un personaje de culto, gracias a la adictiva telenovela que paralizaba diariamente a medio México allá por 1958. Su fama fue tal, que un año después se filmó la película que prescindió de los servicios de Rivas, pero no de Gutierritos, quien escribió sus memorias de manera anónima convirtiéndose en un bestseller. Como nunca hubo DVD, los bucaneros la lanzaron en marca propia.
En 1961, una peligrosa erupción volcánica en las costas de Irlanda, que removió placas antediluvianas, hace que vuelva a la vida Gorgo, un terrible monstruo prehistórico que, según los expertos, sólo podría ser vencido por el llamado Rey de los Monstruos, Godzilla. Pero como este no está disponible, va a parar como atracción de un circo. Lo que no sabe nadie, es que solamente se trata de una cría de una colosal figura mucho más grande y letal: su madre, que investiga donde está su hijo (en tour londinense) y decide ir por él. Efectos buenísimos.
A Rafael Portillo, vilipendiado por Alejandro Pelayo y Nelson Carro, que se echaron de enemigo a todo México por el affaire Santo: El Enmascarado de Plata, se debe la cinta La momia azteca (que, más tarde, engendraría dos secuelas más: La maldición de la momia azteca y La momia azteca vs El robot humano), filmada en 1957. Su historia es un delirio que involucra a científicos, doctores, villanos de doble cara e historias teotihuacanas. En la segunda, Crox Alvarado tiene doble personalidad: científico tonto y luchador enmascarado con reloj de Dick Tracy, y en la tercera aparece como némesis de la momia un robot humano, confeccionado por Viana y compañía. La campal entre la momia y los villanos comandados por el Dr. Krupp y su lugarteniente, El Tierno (Arturo El Villano Martínez) está mejor que la revelación que hace Darth Vader a su hijo.
Al primer agente secreto de a caballo, Gastón Santos, héroe personal de Guillermo del Toro, y a su fiel escudero Pedro de Aguillón, se le asigna la investigación de un monstruo que tiene aterrorizada a la población rural de un puebo que encierra un paradigma: se trata de un estafador que busca por medio del monstruo mantener alejados a los lugareños para hacer un jugoso negocio sucio. Claro que eso no lo va a permitir el que fuera hijo del cacique Gonzalo N. Santos y socio en la vida real de Alberto Sicilia Falcón, El Barón de las Drogas, último fugado del Palacio Negro de Lecumberri, en 1976.
Rafael Baledón filmó en 1956 la primera de cuatro películas de La Sombra Vengadora, un enmascarado y científico justiciero que nunca se subió al ring, pero que aun así se convirtió en azote de villanos dos caras. La Sombra, se enfrentó en la segunda de la serie a La Mano Negra, el héroe de la película, papá; zar de las drogas sintéticas en el entonces DF. Más tarde se fue al pasado. Ahí filmó dos películas más que involucraban directamente al Centauro del Norte con un gran tesoro. Ambas cintas: El secreto de Pancho Villa y El tesoro de mi general, narran la ruta de las monedas de oro y cómo se perdieron sin que el Revolucionario Institucional metiera, aparentemente, sus garras. Pasan por De Película.
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