No alcanzan los grandes tirajes, son difíciles de conseguir y, muchas veces, sus fans no están enterados de lo que hacen ni por las malditas-benditas redes sociales. Para colmo, muchos artistas mexicanos “unders”, por extraña razón que sólo podrían explicar ellos, cuando se embarcan en opciones digitales como Spotify, no suben o no ofrecen su discografía.
Algunos de sus discos desde la independencia se asoman en ciertos espacios alternativos, mientras la radio oficial los ignora y cierta prensa roquera —que piensa que el periodismo es escribir en Facebook y Twitter— rara vez hace eco de sus canciones, a no ser por algunas estaciones radiales oasis. Los tirajes casi artesanales van de 500 a mil CD y por lo general se venden en sus tocadas de modo seguro y sin intermediarios.
Así contra la adversidad, Carlos Arellano sacó al mercado hace dos años su recomendable doble TreintaÑeros con bandas y solistas que celebran los 30 años del cantautor cuyo estilo deambula entre trova y rock.
El disco, con nuevas versiones a rolas de Arellano, forma parte del roster de Terraza Records, y tiene colaboraciones imprescindibles de colegas como el propio Catana, Aletya Serrano, Iván García y los Yonkis, Nina Galindo, Serpiente elástica, María Camargo y Arturo Waldo, Gerardo Enciso, Cuarto Blanco, Nono Tarado, Tierra Baldía, La Trola, Adrián Romero... Actualmente se puede escuchar en Spotify su Zombra O con 13 canciones, entre otras posibilidades subidas a dicha plataforma.
Pájaros y cuchillos, también de 2016, es la nueva, o era, cara del trío experimento constante que es Monocordio. La alineación ahora es la voz y guitarra de inquieto Fernando Rivera Calderón apoyado por los hermanos Arreola: Alonso al bajo y coros y José María en la batería que le dan forma a este pop-wer trío, que se regodea en un puñado de buenos temas. Hay una versión en vinilo rojo, que cotiza muy bien en el mercado cambiario del rock nacional. Este es uno de los trabajos más acabados, sin miedo a las armonías facilonas como el corte dos de sus ocho, que depara sorpresas como “Chicas en bici”. Fue grabado en los estudios del sello Intolerancia y mercadeado por Fonarte Latino.
Los urbanos de Tex Tex. Tío (Chucho) y sobrino (Lalito Jr.) parados arriba de simbólicas pirámides con guitarra y bajo anuncian su regreso con Despertar, presentado a algunos medios a la vieja usanza en un restaurante con tortas y chescos, con algunos especímenes de una vieja guardia, de los que pocos creen a la filosofía de Facebook y la de “transmisiones en vivo” que siguen los despistados.
Estos Tex con reminiscencias tintaneanas en el tema que da nombre al disco (Despertar), se ponen hasta filosóficos apoyados hasta de poetas de ocasión para adornar su cantar que se permite hasta esporádicos arranques de mambo, con letras que ni mandadas hacer como “Chacharear” e historias a modo de muñeco mayor, que ya reside en el cielo del infierno. Toda una curiosidad que incluye tarjeta con clave de video para ver el making of de Despertar.
Por último, Ritmo peligroso recapitaliza su historia en doble antológico de CD+DVD en donde la cubren la espalda a Piro y banda, “superestrellas” mexicas de pulgares arriba, abajo y a los lados. Quienes los hayan visto como ánimas eléctricas en pena en el pasado Vive Latino, ya saben de qué se trata.