Como en EU el rock va más allá del mero negocio de grabar como miembro de una prestigiada banda o músico de sesión, la competencia exige que los músicos que se embarcan en giras casi interminables como millonarias, sean casi el equivalente de jugadores de futbol americano de la NFL: los mejores pagados. Por eso su preparación en el instrumento de su especialidad exige una disciplina diaria de horas casi agotadora.
El año pasado las productoras Drama Kills y Voltage Productions lanzaron un rockumental (Hired Gun) de músicos básicamente para músicos que, sin embargo, deberían ver los artistas de cualquier latitud del planeta que deseen embarcarse en un trabajo agotador que tiene su recompensa en cifras de seis ceros. Ese rockumental lo adquirió Netflix y es una lección de vida para los que estén dispuestos a llevarlo al pie de le letra. Su director, Fran Strine, toma los estilos de vida y de tocar de muchas celebridades del rock en sus diferentes variantes, y sus metas, ambiciones y encontronazos con la realidad que han vuelto, a algunos celebridades luego de demostrar sus experiencias sin tantos reflectores.
Pasan a balcón las historias personales de tipos como Kenny Arnof, Jason Hock, Steve Lukather, Steva Vai, Nina Straus, Rudy Sarzo, Mike Shuman, Jason Neested, David Foster, Liberty DeVito, Eric Zinger, Rob Zombie, Phil Chen, Justin Derrico, Corky Hale, Jay Graydon, Glen Sobel, Ray Parker Jr., Russell Javors, John J.R. Robinson, Phill Buckman, Greg Phillinganes… y de contratantes de poder: Alice Cooper, Metallica, Kiss… Si alguien sueña con entrar a ese estrellato del rock y las chingas que ello conlleva, deben ver el rockumental, que resulta tan revelador como disperso en conceptos y ambiciones con y sin límite dentro y fuera del estudio y las arenas que son el preámbulo del rock de estadio.
Las anécdotas de boca de sus protagonistas son tan buenas como dramáticas y le descubrirán tanto a los expertos como a los recién iniciados la dureza y el precio que hay que pagar para figurar en ese selecto mundillo asalariado que es el rock.
Imaginen su contraparte aquí en México, donde a las primeras de cambió Saúl Hernández de Caifanes, hace años hubiera sido corrido por no cantar (ahora a sus 50, le acaban de hacer el favor en el Zócalo de que el público cante por él), o las docenas de guitarristas que hubieran sido despedidos por no dedicarse 100% al instrumento, sustento, de sus dobles vidas: músicos y trabajadores de lo que sea. Eso aplica a bajistas, bateristas, tecladistas e improvisadores, según como ande el termómetro de la comida de sus vidas.
Otro imperdible es “Mr. Dynamite; The rise of James Brown”. Más allá del grito que debería definir toda la carrera del “Padrino del Soul” (¡I Feel good!), este documental del versátil Alex Gibney (Nosotros robamos secretos, Taxi al Lado Oscuro, Sinatra, Steve Jobs, Enron: los tipos más listos en la sala) es una fascinante exploración de los orígenes, ascenso al poder musical y vena dictatorial del fantástico James Brown, con todas sus obsesiones y manías por encontrar la perfección musical y volverse una leyenda viviente como un dictador financiero con su propia banda. Muchos de sus músicos hablan y dicen más que misa del artista, al que también desenmascaran y ponen en tela de juicio de soul y funk.