José Xavier Návar

Glam rock: lecturas imprescindibles

25/05/2018 |00:50
Redacción El Universal
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Como un golpe de rayo: el glam y su legado de los 70 al siglo XXI, de Simon Reynolds (Editorial Caja Negra / Distribución: Sexto Piso). Lo del rayo, para los enterados de la subliminidad en el mundillo del rock, es el iconográfico de Bowie del disco Aladdine Sane (1973), primer álbum publicado tras la desbandada de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte, uno de los artífices del glam-rock. Los de buen oído sabrán que tras los vestuarios de alienígenas, sus orientaciones sexuales, el artificio de la imagen, el rompimiento de ese entonces (los años 70 donde se reinventó prácticamente todo el rock) sus convicciones y autenticidad, sus visiones y compromisos políticos, etcétera, convirtieron al glam y al glitter en algo perdurable e inmortal en cuanto a culto e imagen.

El crítico inglés Simon Reynolds aborda el glamour y la búsqueda de una identidad roquera. Si el género ya tenía a sus héroes que no le temían a la androginia venida del espacio y el arte trastocado (Marc Bolan & T. Rex, Bowie, Roxy Music, Alice Cooper, The New York, Wayne County… ) y su película: Velvet Goldmine, emblemática y testigo de auge, caída, muerte, decadencia y resurrección del glam, cómo no iban a perdurar hasta ahora sus héroes.

Reynolds no suelta la perorata laudatoria enfocada sólo a la crítica sino que deja hablar a muchos de los visionarios del glam (Ian Hunter y Moot The Hoople, por ejemplo, o Roxy) con lo que en su momento de fama, fortuna y decadencia le contaron al New Musical Express, Melody Maker o Creem, y él sólo lo reinterpreta y le da contexto. Cada grupo, integrantes por separado, mánagers y casi groupies cuentan su versión de los hechos, la grabación de sus álbumes claves, las letras de sus canciones, su influencia sobre la masa de adolescentes y adultos que los seguía (y los sigue) y los himnos que les dieron vida extra e identidad fulgurante.

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Glam e imagen se identifican en una sola figura que sería el prototipo perfecto del roquero setentero: pelo ensortijado, pantalones entallados con campana ding-dong y lentes oscuros que llevaban Ian Hunter (cantante y pianista al estilo de Bob Dylan) y las variaciones de sus compañeros de un grupo. O el ejemplo de las Arañas de Marte donde cobró fama Mick Ronson. En el libro de Reynolds uno no está leyendo sólo la crónica del tiempo sino la verdadera historia y génesis de un estilo de vida que tomó de donde pudo los elementos para volverse un referente de la efervescencia musical que aún destila y que en su momento cambió la historia del rock y del pop gracias a su verdadero creador: Marc Bolan.

Luego Bowie amplió el concepto y casi lo reinventó, hasta que Ziggy se cambió el pelo naranja y otros como Sweet le sacaron más brillo al glitter; mientras que Alice Cooper y Wayne County inventaban el protopunk con atuendos de brujas de Hollywood. El glam fuera del otro maquillaje, estilo musical y look que le imprimieron los New York Dolls, es otra historia que no entra en el capítulo de la posmodernidad del Glam, inventado después como modelo.

Otras historia y conexiones a futuro del glam se cuentan con la separación de Iggy Pop de los Stooges y su romance con ya saben quién, que se ve intensificado en la película de Todd Hynes de 1998, y hasta se visiona el impacto que tuvo el que también fuera cantante de Tin Machine, con los artífices electrónicos de Kraftwerk.

pepenavar60@gmail.com