Para los antropólogos roqueros, para los fans recién llegados al fenómeno de la psicodelia que tocó a uno y mil grupos que no alcanzaron la fama pero que dejaron huella en, por lo menos, una grabación, y para los especialistas en los artefactos originales de la primera era psicodélica que se registra entre 1965 y 1968, van estas compilaciones hechas, la mayoría, por la compañía madre de todas los acoplados históricos: Rhino Records.
Se trata de cuatro volúmenes que juntan a muchos representantes de la primera oleada de este género garagero, de los que sobresalieron talentos como Sam The Sham & The Parahos, The Electric Prunes (los del clásico “Wooly Bully”), Paul Revere & The Raiders, The Barbarians (que salen en el legendario The TAMI Show), The Standells, Sir Douglas Quintet, The Amboy Dukes (el primer grupo de Ted Nugent), The Turtles (los de Flo & Eddie: Howard Kaylan y Mark Volman); The Outsiders (los de “El tiempo no me lo permite”), los fantásticos canadienses de culto: The Beau Brummels; The Seeds, The Blues Magoos, Love (de Arthur Lee), The Thirteenth Floor Elevators, Shadows of the Night, The Nazz (el primer grupo del genial Todd Rundgrend, The Blues Project (de Al Kooper y Steve Katz…) y muchos más.
De ahí la valía y trascendencia de la serie de Nuggets que, para bien del rock en muchas de sus corrientes, tuvieron descendencia gracias a sellos como Elektra, descubridores, entre otros, de grupos de riguroso culto como The Doors. Rhino Records, que comenzó siendo una compañía pirata, cuando no había leyes que legislaran al respecto, retomó tiempo después, cuando ya se había alineado al camino recto, la misma idea y mística de rescate de grupos que se abrían paso por sobresalir en un terreno por demás competitivo, en donde la fama era sólo para unos cuantos elegidos.
A los Nuggets, de salida, les siguió una serie más osada que abarcaba discos representativos de la psicodelia practicada en San Francisco, Nueva York, Texas, Boston y otras latitudes. Para regocijo de conocedores de diversos fenómenos discográficos alternativos, los Nuggets derivaron en concepto. Así, salieron acoplados de tendencia como el acid rock (con experimentos de Stepenwolf, Vanilla Fudge, The Young Rascals, Chambers Brothers e incluso The Monkees, antes de la fama que peleaban con The Beatles).
Bueno, hasta el folk rock tuvo su dotación de Nuggets (que son al pollo lo que en la gastronomía musical son a estos manjares al oído). Rarezas de The Byrds, Scott McKenzie (el de “San Francisco, Flores en tu pelo”, P.F. Sloan, Barry McGuire tuvieron sus Nuggets, así como en otro rubro: el del pop, rock de garaje, proto punk y new wave fueron favorecidos con estas increíbles colecciones.
Y todavía hay más para los que siempre esperan, en materia de rock, lo inesperado: “Los Hijos de los Nuggets”: (Children of Nuggets) de la era 1976 a 1996, con un par de discos que agrupan formaciones imprescindibles como The Dukes of Stratosphear, The Bangles, The Barracudas, The Inmates, Flamin’ Groovies, The Crams, The Rivillos, The Plimpsouls y otros psicodelosos de la era eléctrica.
Y cuando uno dice ya es suficiente, y no deber haber nada más, el entorno musical tiembla con algo seguramente sacado de la chistera: Down under Nuggets (1965-1967), con lo que “se les pasó”: 29 tracks de no creerse, pero si escucharse, que ya habrá tiempos para analizar pronto.