Hubo un tiempo en la ciudad de México en que la nota roja: “la policiaca”, era fantástica y seguida con devoción en los impresos cotidianos desde la época del porfiriato. Muy pronto, el desarrollo que ha tenido el crimen hasta nuestros días, era reseñado cotidianamente en forma de atrayentes historias que contaban crímenes y criminales con lujo de detalles.

Si a eso se le sumaban las espeluznantes fotografías debidas a artistas de la lente como Enrique Metinides, que hizo escuela en La Prensa, se tenía una diagnóstico inmediato del México bronco y sumamente peligroso de aquellas épocas. Algunos casos famosos pasaron de las páginas de los periódicos al cine con un vistazo al panorama que a la vez entretenía el morbo, que aterrorizaba por sus desenlaces.

Bajos y altos instintos criminales alimentaban diarios y revistas que pronto se volvieron de culto como la revista Alarma! y luego Alerta, famosas por su material gráfico que ponía toda la carne, literalmente, ensangrentada en el asador. No existía ningún tipo de censura en esas revistas, donde el humor negro de sus encabezados muchas veces era de risa loca, con balazos crueles y sumamente enfermizos, que justificaban los más de 500 mil ejemplares semanarios.

Tal fue su éxito que sus editores tuvieron que recurrir a tirajes alternos (Casos Reales), antes de que éstos llegarán al cine. El profeta Mimí, basada libremente en el caso del Estrangulador de Tacuba, Goyo Cárdenas, primer icono pop de la nota roja y el caso de las tristemente célebres hermanas González Valenzuela: Las Poquianchis, responsables de muchas muertes (más de 90) e inhumaciones clandestinas, fueron de las primeras.

Sin embargo, muchos fans de la nota roja se preguntan y no pueden responderse cabalmente, cómo criminales famosos y altamente peligrosos como Fidel Corvera Ríos, asaltante y criminal; zar de Lecumberri, no tiene película, cuando fue señalado por méritos propios como “el enemigo público número uno”, en México. Tampoco se explican cómo el luchador y proxeneta, José Valentín Vázquez Manrique, alias Pancho Valentino, que ultimó a un sacerdote para robarlo en una iglesia de la colonia Roma, no tenga su historia cinematográfica. Bueno, cabe decir que, por poco, los célebres integrantes de la famosa Banda del Automóvil Gris, que operaban disfrazados de militares, por poco se quedan sin película.

María Dolores Estévez Zuleta, la popular Lola la Chata, zarina de las drogas en territorio de la Merced y la Candelaria de Los Patos, en los años 40, aún espera adaptación cinematográfica a su escandalosa historia, los mismo que los delincuentes que hicieron del secuestro criminal, una forma de vida, como la del secuestrador y asesino El Mochaorejas, Daniel Arzmendi y con ellos toda una runfla de hampones que esperan entrar pronto al olimpo del crimen y las peores artes del asesinato: La Banda del Coronel (que intelectualizó el secuestro en el DF), El Clan de Los Montante, Las Víboras de Tlayca, La Flor (implicados en el caso Martí), El Canchola, la mentirosa señora Wallace, El superpolicía, los Narcohampones…

Mejor suerte tuvo El Charro del Misterio, policía del Estado de México, asaltabancos, y cantante ranchero, Alfredo Ríos Galeana, protegido de El Negro Durazo, con peli y documental, que hoy es pastor de Dios y ejerce en el penal del Altiplano, purgando una condena de 25 años.

pepenavar60@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses