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Las nuevas generaciones no los conocen, la mayoría de plataformas streaming no los programan porque tampoco saben de ellos. Desde hace años dejaron de estar en las estanterías de las tiendas especializadas y sólo un ala antropologíca-cinematográfica a la que sí le interesan estos clásicos del cine los buscan en algunos sitios alternativos donde se le rinde culto al buen cine. A veces, con un poco de suerte los encuentran sin tener que recurrir a los coleccionistas de lo raro, insólito y casi prohibido.
Se trata de esos filmes que cambiaron en su momento el cine; los que sentaron nuevas bases y rutas de los que ahora, sólo se encuentran referencias en los libros o en sitios especializados de la red. Aquí una pequeña lista de títulos que, si no los han visto, harían bien en verlos:
Blood simple (1984): El todavía inmaculado debut de los hermanos Joel y Ethan Cohen, sobre un asesinato que modificó sustancialmente los códigos fílmicos del cine negro norteamericano, con una serie de personajes que, a la larga, recibirán su merecido en un relato visual en donde sólo el espectador sabe qué está pasando. Terror, sobresaltos mortales, una trama con las vueltas de tuerca suficientes para que la ponzoña se vuelva una auténtica pesadilla. Actúan al lado de John Getz, M. Emmet Walsh, Dan Hedaya y la actual ganadora del Oscar por Three Billboards Outside Ebbing Missouri, Frances McDormand. Los Cohen realizarían tiempo después otro clásico de culto, Fargo, vuelto con tan sólo su título tres exitosas temporadas.
20 mil leguas de viaje submarino (1954): Cuando Disney era Disney y no la porquería que es hoy con historias de princesas ñoñas y demás, Richard Fleisher dirigió esta fantástica adaptación de la novela de Julio Verne, con la historia de unos marineros que se enfrentan a un “monstruo”, el submarino Nautilus, terror de los mares. El reparto fue increíble para la época: Kirk Douglas, James Mason, Peter Lorre, Robert J. Wilke y Carleton Young. Las emocionantes escenas submarinas marcaron a una generación. Tuvo dos nominaciones a los Oscar: Dirección Artística y Efectos especiales. Algunos la ven ahora y se les afloja la lágrima.
El robo del siglo (1955): Joseph Pavney dirigió al galán Tony Curtis en esta emocionante historia de un atraco con botín de dos y medio millones de dólares que no sale del todo bien, luego de que el cabecilla de la banda sale herido de bala por la acción de un policía novato. Eso acabará uniendo a los dos delincuentes principales. Las escenas del robo son colosales y precursoras de las películas de robos en el cine. Su reparto incluyó también a luminarias del celuloide como Sal Mineo y Geroge Nader, que filmaron en blanco y negro.
La conquista del espacio (1955): A Byron Haskin se debe esta obra fílmica premonitoria de los dramas espaciales, con alucinantes efectos especiales y certera fotografía que influiría en otras clásicas del género como 2001, odisea del espacio, de Kubrick. La historia es la de una tripulación de astronautas programados para ir a la Luna, a los que les cambian de último minuto la jugada y los mandan a Marte. Durante el viaje, salen a la luz las cambiantes personalidades de los astronautas donde Dios pasa a un segundo plano. La premier mexicana tuvo lugar en el extinto Cine Gloria completando un fabuloso programa triple con La Guerra de los Mundos y Cuando los mundos chocan. Nostalgia de primera.