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Cuando uno cruza los límites entre la Ciudad de México y pasa a la zona conurbada del Estado de México, impacta inmediatamente el desastre en el transporte público.
Los últimos gobiernos del estado vecino no han invertido prácticamente en movilidad; las pocas rutas de Mexibús y el Mexicable no representan nada frente al enorme reto de transporte en la Zona Metropolitana. La política de movilidad se enfocó en grandes proyectos carreteros a costos astronómicos y bajo esquemas de concesión muy cuestionables, que han propiciado el crecimiento excesivo de autos particulares.
El transporte de superficie se basa en el desastroso y corrupto sistema de “combis”, agrupado en asociaciones de permisionarios, que en lugar de utilizar camiones de mayor capacidad, seguros y de buen desempeño ecológico, optan por camionetas tipo Van que no cumplen con los requisitos mínimos de seguridad, no cubren la demanda, generan grandes embotellamientos y por lo mismo, muchísima contaminación.
La Zona Metropolitana de la Ciudad de México representa una de las megalópolis más complejas en el mundo, principalmente por el crecimiento anárquico de lo que alguna vez llamamos la “zona conurbada”, que alberga a cerca de 20 millones de habitantes. Es por ello que la movilidad tiene que responder a programas y políticas metropolitanas.
La movilidad está estrechamente vinculada a la planeación urbana. Los nuevos desarrollos urbanos deberían estar ligados a la creación de polígonos industriales, comerciales y escolares, de tal forma que el habitante de la zona no tenga que emplear demasiado tiempo en sus desplazamientos.
En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México ocurrió lo contrario: se alejaron las zonas de vivienda a desarrollos sin servicios básicos y sin un sistema de transporte público rápido y eficiente. Quien trabaje en la Ciudad de México y viva en Tecámac o en Ecatepec puede perder más de cuatro horas al día en sus desplazamientos, tiempo que le quita a su familia, al estudio, deporte o esparcimiento.
Proponemos un Programa de Movilidad Metropolitano con total coordinación entre las dos entidades, con inversiones conjuntas en Metro, tranvías, trolebuses, trenes suburbanos y un transporte de superficie con autobuses de alta capacidad y modernos. Si no lo hacemos urgentemente, el colapso de la movilidad, el caos y la contaminación acabarán con nosotros.