En el artículo de la semana pasada hablé sobre la situación crítica en que se encuentran las barrancas de la Ciudad de México por la descarga de drenajes irregulares, basura y escombros de construcción. Analicé también el incumplimiento de la norma NADF-007-RNAT-2013 sobre el manejo de residuos de la construcción y demolición, así como de la urgencia de aplicarla.
De acuerdo con la Ley Ambiental de Protección de la Tierra, se define a las barrancas como una depresión geográfica, que por sus condiciones topográficas se presentan como “hendiduras” que sirven de cauce de los escurrimientos naturales de las precipitaciones pluviales, de ríos y arroyos. Las barrancas representan áreas de valor ambiental, debido a su alta capacidad de infiltración de agua de lluvia a los acuíferos. Muchas asociaciones buscan aprovechar de distintas maneras el agua pluvial, sin darse cuenta de que una de las fuentes más eficientes para captarla son precisamente las barrancas.
La zona poniente de la Ciudad de México, en la alcaldías de Álvaro Obregón, Magdalena Contreras, Cuajimalpa y Miguel Hidalgo, cuenta con un importante sistema de barrancas con servicios ambientales muy valiosos; sin embargo, la mayoría de ellas está muriendo debido a que son utilizadas como basureros y rellenos de escombros. Muchos de los rellenos se aprovechan para la construcción de viviendas en condiciones muy precarias y peligrosas para quienes las habitan.
El Inventario 2010 del Sistema de Información Geográfica de la Ciudad de México reporta 29 barrancas de muy alto valor ecológico en estas cuatro alcaldías.
En 2012 se publicaron los Lineamientos para la elaboración de programas de manejo de las áreas de valor ambiental con categoría de barranca, los cuales tampoco se ponen en práctica ni se cumplen. Parece que ya es común la elaboración de gran cantidad de normas, leyes y lineamientos muy buenos, pero de nula aplicación.
Es urgente cambiar esta realidad. Veo en el actual gobierno la intención de hacerlo y, por lo tanto, hay que aprovechar este momento para involucrar a la sociedad en general, especialmente a los vecinos de colonias aledañas a las barrancas, a una participación abierta y decidida. Los programas de manejo de ríos y barrancas son un conjunto de acciones que la autoridad debe impulsar y vigilar, pero donde deben intervenir directamente las asociaciones de vecinos para integrar comisiones de barrancas.
Estamos muy cerca de una crisis inmanejable por falta de agua y el correcto manejo de las barrancas puede ayudar.