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A solo unas semanas del 1 de julio, donde los capitalinos votaremos para Presidente, Jefe de Gobierno, alcaldes y sus concejos, senadores, diputados federales y diputados locales, quiero aprovechar para hacer una serie de propuestas de aquí a la toma de protesta del nuevo Jefe o Jefa de Gobierno, que puedan servir de orientación a quien gane en la Ciudad de México.
En primer lugar, propongo una plataforma con visión metropolitana y proyección al 2050 como alternativa para solucionar la grave problemática de la Ciudad en inseguridad, violencia, movilidad, agua, saneamiento, calidad del aire, desarrollo urbano, rescate de áreas ecológicas y varios temas más que requieren necesariamente atención con visión metropolitana.
En los gobiernos de los últimos 20 años consecutivos, la aplicación de las políticas públicas ha sido coyuntural, de atención a “bomberazos” y sin ir al fondo en los problemas. Las administraciones tanto a nivel central como en la mayoría de las delegaciones se han concentrado en políticas clientelares, demagógicas, muy corruptas y privilegiando solo a ciertos grupos, sin la promoción de una verdadera participación ciudadana.
La crisis que se avecina respecto al abastecimiento de agua potable, el colapso en la movilidad, la grave contaminación del aire, el desastre del crecimiento urbano y el imperio de la criminalidad y la violencia en la Ciudad, obligan a un cambio radical e inmediato de gobierno y de políticas públicas. Insistimos en una visión metropolitana porque la Ciudad de México no se puede circunscribir únicamente a su territorio como entidad federativa, sino que debe contemplar a la zona metropolitana con sus 20 millones de habitantes.
Hay que cambiar la entelequia de “Megalópolis”, inventada en esta administración para diluir las verdaderas responsabilidades que tienen tanto el gobierno federal como los gobiernos locales; un invento político, creado para justificar la falta de acciones concretas para combatir la contaminación. Resulta más fácil diluir el problema con otros estados en lugar de enfrentarlos directamente.
La Megalópolis en realidad corresponde a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), que incluye a los municipios conurbados del Estado de México y tres de Hidalgo. La ZMCM se circunscribe a la cuenca del Valle de México y por eso mismo los programas y políticas públicas deben establecerse con criterio de cuenca. Todo lo relacionado al agua corresponde a la cuenca hidrológica del Valle de México, lo mismo con los temas de contaminación y emisiones.
El gobierno federal definió erróneamente como Megalópolis a Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, Puebla, Estado de México y Ciudad de México; de esta forma se perdió el sentido y la urgencia de acciones con visión metropolitana, cuando en realidad ahora se está haciendo referencia a toda una región en el centro del país, lo cual es otra cosa. Lo que buscamos es definir con claridad a la Megalópolis como la ZMCM y concentrar todo el esfuerzo en verdaderas políticas metropolitanas.
Un buen ejemplo respecto a la falta de visión metropolitana es el Metro. La palabra Metro significa, precisamente, metropolitano; sin embargo, nunca se contempló así. Con excepción de las Líneas A y B, el resto del servicio topa en los límites con el Edomex. Por otra parte, las últimas administraciones abandonaron el Plan Maestro del Metro, frenando su crecimiento a tal grado que hoy, debiendo existir 22 líneas entre Metro y Trenes Ligeros, solo contamos con 12.
En la Agenda 2050 propongo retomar el Plan Maestro del Metro con las adecuaciones oportunas para crear una red troncal metropolitana. La única solución que puede desincentivar el uso de auto particular, mejorar la movilidad, reducir los índices tan elevados de contaminación y la inseguridad que sufren millones de usuarios diariamente, es un transporte público digno, eficaz y de alta capacidad como el Metro.
Es imprescindible que el próximo Jefe de Gobierno impulse una agenda metropolitana con visión de largo plazo, con la participación y colaboración del Gobierno Federal y de la sociedad para aplicar correctamente los recursos, lograr los esquemas de financiamiento para mejorar los servicios, erradicar la corrupción y acabar con las malas prácticas que han imperado en las últimas administraciones.