Más Información
Familias de desaparecidos en Mazatlán irrumpen en evento de Sheinbaum; mandataria promete atender peticiones
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
PAN exige renuncia de Rubén Rocha Moya; Claudia Sheinbaum sigue protegiéndolo en “complicidad vergonzante”
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
La semana pasada analizábamos las virtudes del programa SCADA de Pemex para la obtención de información en tiempo real, su análisis y retroalimentación, que permite la detección inmediata de caídas de presión en los ductos y su ubicación mediante georeferenciación. De acuerdo con la paraestatal, la adquisición de este sofisticado y muy costoso sistema fue precisamente el combate a las tomas clandestinas.
Estaba escribiendo este artículo con la intención de demostrar que el transporte de hidrocarburos mediante ductos es mucho más seguro y económico que en carros tanque, cuando escuché la trágica explosión de un gasolinoducto en Tlahuelilpan, Hidalgo. Las imágenes fueron impactantes. El viernes se reportaron 20 personas muertas y el domingo sumaban 79, dada la gravedad de algunos heridos, la cifra podrá subir.
La fuga ocurrió por la falla de una toma clandestina del ducto Tuxpan – Tula, a 15 km de la refinería de Tula. La información dada revela que cientos de pobladores se acercaron para robar gasolina en todo tipo de recipientes. Se confirma que algunas de estas personas manipularon la fuga para hacerla más grande, convirtiéndola en una fuente con la expulsión de gasolina a alta presión.
Es inconcebible la ignorancia de las personas que se acercaron a la fuga para robar la gasolina sin pensar en el riesgo que implicaba la manipulación de un material tan volátil e inflamable, a pesar de las advertencias de policías estatal, federal y personal del Ejército que informaron de los riesgos.
Esta tragedia ocurrió por la acción deliberada de criminales que perforaron el ducto para instalar una toma clandestina, a lo que impunemente se han dedicado durante los últimos años. No fue una falla material o técnica en la operación del ducto, sino un acto criminal que debe perseguirse hasta identificar y castigar a quienes lo hicieron.
Escogí el tema de comparar la transportación de combustibles por ductos en lugar de carros tanque, antes de conocer el trágico suceso, cuando se anunció la decisión del gobierno federal de adquirir 500 pipa nuevas y de la convocatoria para contratar choferes capacitados para su conducción. Me parece —otra vez— una estrategia equivocada.
Está comprobado que la forma más eficiente, económica y segura para el transporte de hidrocarburos es mediante ductos. La tecnología se ha modernizado a tal grado que permite la interrupción inmediata de la conducción cuando se presenta una falla de cualquier tipo, aunque lógicamente escapa el volumen de hidrocarburo entre los puntos de cierre. En cuanto a costos, según Pemex, el transporte mediante pipas es 15 veces mayor que a través ductos.
Las pipas son verdaderas bombas rodantes; la conflagración que se produce en un accidente de una pipa en carretera o ya dentro de poblaciones representa un mayor riesgo que cuando se sucede por la fuga en un ducto. Puede parecer inverosímil, pero las válvulas seccionadoras de seguridad en un ducto permiten cerrarlo automáticamente y controlar el volumen de la fuga; en cambio, una pipa puede explotar y generar un riesgo mucho mayor a la población.
La tecnología de los materiales en la construcción de los ductos, los sistemas de control y el tipo de válvulas para cierre automático frente a una falla nos permiten afirmar que es más seguro el transporte de hidrocarburos por ductos que por pipas.
El problema de la impunidad en el robo de combustibles no se va a atacar por cambiar el modo de transporte, sino por la voluntad real de acabar con los criminales y la corrupción de algunos funcionarios. Apostemos por la tecnología y la inteligencia.