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Mediante un oficio fechado el 12 de octubre de 2017, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) cedió al Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin) la administración del Parque Bicentenario.
La noticia no fue muy divulgada entonces, pero la semana pasada vecinos de Azcapotzalco denunciaron que el Indaabin había otorgado concesiones sin poder especificar a qué institución ni de qué tipo. El instituto aclaró en un oficio que el Bicentenario continuará como parque público.
En 1946 se inauguró en el Distrito Federal la Refinería 18 de marzo. Fue construida por la compañía El Águila y operada por Pemex para producir gasolinas, diésel, turbosina y gas. El predio se ubicaba en las afueras de la Ciudad y como sucede casi siempre en nuestro país, con la nula planeación, la urbanización envolvió a la refinería con todos los riesgos, molestias y contaminación que ello implica.
Después de muchos años de operación, falta de mantenimiento y obsolescencia de sus procesos, los problemas de contaminación de aire, suelo y ruido provocaron que finalmente en 1991, el gobierno federal tomara la decisión de cerrarla definitivamente.
Pasaron muchos años sin tomar una decisión sobre el destino final de los terrenos, todos de un gran valor comercial por encontrarse en una ubicación céntrica privilegiada de Azcapotzalco. Recordemos que los límites de la Miguel Hidalgo siempre tuvieron un “chipote” dentro de Azcapotzalco, mismo que corresponde al polígono de la refinería. La razón era estratégica ya que en las reglas no escritas del PRI, por estar la casa presidencial de Los Pinos en la Miguel Hidalgo, al delegado lo nombraba directamente el Presidente. Por la misma razón el gobierno federal quiso dejar la refinería bajo la jurisdicción de esa delegación.
Tuvieron que pasar 18 años para que por fin en 2009 se tomara la decisión de iniciar los trabajos de remediación de los suelos altamente contaminados. Pemex tuvo que invertir mil millones de pesos para el saneamiento del sitio. La remediación era una obligación legal que Pemex debió haber iniciado desde el momento de sacar de operación la planta; sin embargo, nunca lo hicieron.
El entonces presidente Felipe Calderón tomó la decisión y aprobó un ambicioso proyecto para que dentro de la conmemoración Bicentenario de Independencia, se inaugurara un parque ecológico. Fue una buena decisión ya que tiene una superficie de 55 hectáreas, lo que lo convierte en uno de los parques más importantes de la Ciudad.
La remediación fue costosa y compleja debido al alto grado de contaminación, pero se logró realizar en su totalidad. Se plantaron miles de árboles y el parque hoy cuenta con campos de futbol, de basquetbol , ciclopistas, gimnasio abierto, un lago con embarcadero, auditorio y un museo de energía.
Ni remotamente se debería pensar en cambiar el destino del parque. Lo que debe pasar es que el Gobierno de la Ciudad negocie con el gobierno federal a través del Indaabin el funcionamiento correcto de ese espacio público. La Ciudad de México requiere muchos más como éste. Somos una de las capitales en el mundo con menos superficie verde por habitante.
A pesar de las grandes áreas rurales y de bosques en varias delegaciones, nuestra Ciudad apenas llega a una superficie de 5.3 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 16 metros cuadrados, lo que quiere decir que tenemos la tercera parte de lo recomendado. El Parque Bicentenario ofrece muchos beneficios ambientales, a la salud y al bienestar de la gente, por lo que nunca deberá cambiarse su vocación. Necesitamos urgentemente más parques como éste.