Comienza la temporada de lluvias y junto con ello la preocupación porque cada día que pasa, la Ciudad de México se torna más vulnerable a inundaciones, provocando pérdidas millonarias y poniendo en muy alto riesgo a la población.
El crecimiento desordenado de la capital acabó con grandes extensiones de bosques y áreas verdes. El daño irreversible en zonas de conservación y parques nacionales, específicamente en la zona sur y sur-poniente, además de la sobreexplotación del acuífero, son las causas principales del agotamiento del mismo y del incremento en el riesgo de inundaciones.
Hay muchas iniciativas ciudadanas para captar agua de lluvia, pero es importante recordar que tenemos una cisterna gigantesca e inigualable, que es el acuífero subterráneo. Este gran “tanque de agua” se recarga de forma natural gracias a la lluvia —que es muy abundante—, siempre y cuando mantengamos en buen estado nuestros bosques y zonas de captación.
La calidad permeable de estos suelos son los que permiten garantizar la sustentabilidad del acuífero. La pérdida de bosques y de áreas de conservación provoca una terrible paradoja: la pérdida irreversible del acuífero e inundaciones catastróficas.
Con objeto de atenuar las grandes avenidas de agua en tiempo de lluvias, hace ya muchos años se construyeron un conjunto de presas en la zona poniente que funcionan como vasos reguladores para controlar los picos de lluvia cuando se presentan fuertes tormentas.
Estas presas son de “regulación horaria”; se llenan durante la tormenta y se vacían en 24 horas hacia el Interceptor Poniente del Sistema de Drenaje Profundo.
Actualmente hay 27 presas que operan como vasos reguladores del poniente del Valle de México bajo la responsabilidad, tanto del Gobierno de la CDMX como del Estado de México. Lamentablemente, este sofisticado sistema de “regulación hidrológica” se encuentra en total abandono; la mayoría de las presas han perdido su capacidad original, principalmente por la gran cantidad de azolve y por miles de toneladas de basura y cascajo que son tirados en los cauces y barrancas por total falta de conciencia cívica y de autoridad.
Por si el daño por abandono y falta de inversión fuera poco, en esta administración, con la colusión y corrupción de autoridades locales y federales, se han tomado una serie de decisiones absurdas que están acelerando la destrucción del sistema regulador de las presas.
Hoy quiero referirme al caso de la presa de regulación ubicada en la confluencia de la avenida Vasco de Quiroga con la autopista a Toluca, en los límites de la delegación Cuajimalpa. Esta presa, operada por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), se construyó para regular las avenidas de la parte alta de Santa Fe, y de repente hace tres años, en una acción verdaderamente kafkiana, la SCT inició la construcción de lo que será una de las estaciones del tren a Toluca dentro del vaso de la presa.
Este proyecto está fuera de toda lógica y sentido común, ya que por un lado están invadiendo la zona federal de la presa —lo cual es un delito— al realizar obras de construcción en el vaso de la presa; y además, evidentemente esta construcción reducirá la capacidad de la presa, propiciará su azolve y anulará su función reguladora.
La SCT es la responsable directa de esta obra, pero ¿quién autorizó semejante proyecto?, ¿dónde están las autorizaciones del Sacmex y de la Conagua, la Manifestación de Impacto Ambiental y de Protección Civil?, ¿quién va a responder frente a los daños millonarios al mobiliario urbano y a la propiedad privada?
Lo que está sucediendo en nuestra Ciudad es inconcebible, pareciera que en lugar de luchar por la sustentabilidad y viabilidad futura, estamos en una carrera frenética hacia el colapso total de nuestra casa común.
En mi próximo artículo me referiré a otro caso emblemático que deja a la luz la corrupción y la irresponsabilidad de autoridades en los tres órdenes de gobierno, que debiendo apegarse al cuidado y mantenimiento del sistema regulador de lluvias de la zona poniente, están propiciando su destrucción.
Destruir este frágil sistema regulador es un verdadero suicidio, pero lo grave es que se está promoviendo por las propias autoridades responsables de su cuidado.