No he podido dejar de pensar en la tragedia que sucedió el martes pasado, cuando por la tarde un pesado árbol cayó y aplastó a un coche con todos sus ocupantes, quienes perdieron la vida instantáneamente. Se trataba del papá, la mamá, un hijo y el abuelo, quienes circulaban en su coche en la colonia Echegaray, de Naucalpan; cuatro miembros de una misma familia que, en la esquina de las calles Hacienda de San José y Hacienda Paseo de Echegaray, pasaron en el momento justo en que el árbol se desplomó sobre ellos.
De acuerdo con el reporte de la policía, se trataba de un viejo eucalipto de 20 metros de altura, con un tronco en la base de 1.5 metros de diámetro. Este tipo de árboles vetustos representan un altísimo riesgo para la población. No fue un accidente fortuito, sino producto de la irresponsabilidad y falta de supervisión de las autoridades municipales, que tienen la obligación de detectar y prevenir este tipo de sucesos.
Hace ya tiempo que se puso muy de moda la plantación de eucaliptos en la Ciudad de México y su Zona Metropolitana (ZMCM). Un árbol de rápido crecimiento, altamente maderable para la producción de celulosa y también para aceite esencial con propiedades medicinales. Es un árbol ideal para plantaciones comerciales de corte rápido, pero nada recomendable como árbol para las zonas urbanas.
El eucalipto demanda grandes volúmenes de agua y en relativamente poco tiempo alcanza altura y grosor extraordinarios, mucho más rápido que cualquier especie autóctona como, por ejemplo, el pirul. Sin embargo, es más que conocida la característica de poca solidez y resistencia de sus raíces, que ante la altura y peso representan siempre un alto riesgo.
Ante estas evidencias, es increíble que no haya una actuación inmediata de las autoridades de Seguridad Pública y Protección Civil para prevenir estos desastres. La solución es muy sencilla: se trata de observar y marcar los árboles que sobrepasen ciertas dimensiones para que las cuadrillas realicen podas constantes, reduciendo el volumen y el riesgo de una caída. Lo ideal es la sustitución de los viejos árboles por especies de menor tamaño.
Un aspecto cotidiano, pero muy nocivo en toda la ZMCM, son las absurdas podas que realizaba antes la Compañía de Luz y ahora igual de mal la CFE. En lugar de limitar la altura de los árboles, para que el follaje quede por debajo de los cables de alta tensión, abren en “v” el espacio necesario de seguridad para los cables, pero deformando el árbol de manera que las pesadas ramas laterales quedan muy frágiles y representan un mayor riesgo para las casas, vehículos y peatones.
El terrible evento del martes, que privó de la vida a una familia, no puede considerarse un accidente y quedar en el anecdotario. Hay responsables y representa un descuido imperdonable de las autoridades municipales. Las nuevas alcaldías y los municipios de la ZMCM tienen la obligación de evitar estos riesgos: 1) deben sustituir este tipo de árboles por especies propias de la zona y de dimensiones menores; 2) deben regular las podas de la CFE y planificar las nuevas líneas de energía, preferentemente subterráneas; 3) en tanto se lleve a cabo la sustitución, los árboles de grandes dimensiones deben podarse de acuerdo a las normas especializadas.
Por último, considero que existe responsabilidad directa del municipio por falta de supervisión y prevención, por lo tanto, la obligación de una indemnización justa para los deudos de esta infortunada familia a quienes desde aquí les expreso mi solidaridad y pésame.
@JL_Luege