En la rueda de prensa de la semana pasada del vocero de la Presidencia junto con el Director General de la Conagua, se confirmó lo que he venido denunciando desde mucho tiempo atrás en este espacio: la destrucción del Lago Nabor Carrillo como consecuencia de la construcción del Nuevo Aeropuerto.
En una amplia exposición, el Director de la Conagua explicó que para compensar la pérdida de capacidad reguladora de la zona federal donde se construye el Nuevo Aeropuerto, el Lago Nabor Carrillo será una más de las lagunas de regulación que se tienen proyectadas.
Esto trastoca completamente el proyecto original del Plan Lago de Texcoco que tenía como finalidad la recuperación ambiental de la zona y en donde la construcción de un lago artificial de mil hectáreas de superficie y una capacidad de 30 millones de metros cúbicos era una de las obras más importantes.
Siempre se consideró que este lago artificial sería un cuerpo de agua permanente, originalmente con la conducción de agua de los ríos que provienen del oriente y después, debido a los hundimientos en la zona de Texcoco, se optó por construir un sistema de tratamiento para alimentar el Lago.
El lago artificial permitió replicar condiciones ancestrales del original Lago de Texcoco y así, volvieron muchas especies de aves migratorias, además de la generación de un microclima benéfico para la zona oriente y la disminución de tolvaneras.
Esta condición era suficiente para que en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del proyecto del Nuevo Aeropuerto, se considerara la importancia de la preservación de este lago. Ahora, se anuncia que se convertirá en una laguna reguladora. ¿Qué significa esto y por qué lo hacen?
El Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), responsable del proyecto, ha venido dosificando la información de manera tal que es muy distinto lo que sabíamos en el anuncio del proyecto en 2014 a la realidad actual. Ahora resulta que por indicaciones de MITRE, el grupo asesor especializado no puede permitirse ningún cuerpo de agua permanente en las inmediaciones del Nuevo Aeropuerto en un determinado radio –que dicen– cruza el Lago Nabor Carrillo.
Entendemos las condiciones de seguridad en la aproximación de las pistas en los despegues y aterrizajes. Pero ¿por qué no se dijo desde un principio que se afectaría el Lago?
La diferencia de un lago permanente con una laguna reguladora es que ésta estará normalmente seca y solo se usará en temporada de tormentas.
La MIA no evaluó correctamente esta situación, pero tampoco profundizó en los impactos a muchas otras obras y proyectos del Plan Lago de Texcoco, como la importancia de la zona federal decretada desde 1971, el avance en
reforestación y cobertura de pastos y la posibilidad de construir lagunas de captación de agua de lluvia procedente de los ríos de la Cuenca Tributaria Oriental, contemplado en el plan original.
Cambiar la vocación del lago artificial Nabor Carrillo significa la destrucción del hábitat para muchas especies de aves migratorias, acabar con un microclima benéfico en la zona oriente y la consecuente elevación de la temperatura promedio. Significa que volverán las tolvaneras con gran cantidad de polvo y partículas suspendidas que migran hacia el centro y que fue parte de lo que motivó aprobar el Plan Lago de Texcoco.
Cuando el presidente Peña Nieto presentó el proyecto del Nuevo Aeropuerto en septiembre de 2014, el entonces Director de la Conagua expuso la construcción de cinco lagunas de regulación y una serie de obras de control y conducción de agua; nunca se dijo que el Lago Nabor Carrillo se convertiría en laguna reguladora. Ahora, el nuevo Director anunció otra cosa muy distinta: solo se construirán dos lagunas reguladoras y se sumará la capacidad del Lago, también como reguladora; las otras lagunas –dijo– se verán dentro de 25 años.
Exijimos la revisión a fondo de estas violaciones flagrantes a la normatividad ambiental, no porque estemos a favor o en contra del proyecto del aeropuerto, sino porque está en riesgo la seguridad y la salud de millones de personas.