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Hace dos semanas, cuando la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) quedó inmersa en una de las contingencias ambientales más graves en los últimos tiempos, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) no dio aviso alguno ni alertó a la población del altísimo riesgo a la salud que implicaba la peligrosa concentración de partículas PM2.5, lo cual era su obligación.
Pese a la evidencia sobre las mediciones tanto de ozono como de partículas, tampoco decretó contingencia ambiental para prevenir eventos como el Ciclotón ni otras actividades deportivas habituales del domingo, sin mencionar las del resto de la semana.
La realidad es que la CAMe es una institución inoperante, sin los apoyos mínimos indispensables para su funcionamiento y con un mal enfoque de política pública ambiental. En 2013, el presidente Enrique Peña Nieto firmó el decreto para la creación de la CAMe. La diferencia respecto a su antecesora, la Comisión Ambiental Metropolitana (CAM), fue la inclusión de Morelos, Puebla y Tlaxcala, que se sumaron al Estado de México, Ciudad de México e Hidalgo.
La CAM surgió en 1992 con el objeto de tener una coordinación metropolitana para la gestión de la política ambiental en la ZMCM, conformada por las delegaciones del entonces Distrito Federal y 38 municipios del Estado de México.
En 1996 se sumaron municipios de Hidalgo, ampliando exageradamente la extensión territorial de la ZMCM, ya que muchos de esos municipios no establecían conurbación con la zona metropolitana. Daba la impresión de que los gobiernos en lugar de frenar la expansión horizontal de la metrópoli, buscaban más bien ampliarla. Además, nunca pudo cumplir con una buena coordinación por falta de interés y de apoyo económico.
De repente, el gobierno federal anunció que la CAM ya no sería más una comisión metropolitana y se inventó el nombre “Megalópolis”. Con esto, en lugar de fortalecer y mejorar a la comisión, la nulificaron. Y para colmo, tampoco la fortalecieron económicamente.
Existió también el interés político por parte del gobierno de Peña Nieto de sumar tres estados más a la comisión para restarle recursos al Fondo Metropolitano en detrimento de la CDMX. Este fondo, en principio, había sido aprobado por Cámara de Diputados para fortalecer las acciones ambientales en la ZMCM.
La megalópolis es la Ciudad de México y su zona conurbada. Los estados de Morelos, Puebla y Tlaxcala no forman parte de ésta. En todo caso, se podría hablar de una región centro del país, pero de ninguna manera como parte de la ZMCM.
Proponemos volver a la figura de comisión metropolitana porque la gestión ambiental debe obedecer a la “cuenca atmosférica” de la ZMCM. Los 20 millones de habitantes, los 5.5 millones de vehículos, las miles de industrias, el consumo de millones de litros de combustible y la emisión a la atmósfera de millones de toneladas diarias de CO2, son nuestra responsabilidad, no de las otras entidades.
Necesitamos una comisión renovada, fortalecida en su presupuesto y con un consejo administrativo en el que participen, además de los gobiernos federal y estatales, académicos y especialistas que apoyen una coordinación metropolitana eficaz para resolver los problemas ambientales que nos aquejan.