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La economía mexicana no puede depender de las decisiones tomadas en el exterior. México, su sociedad y empresas han existido antes y lo harán después de la actual gestión del presidente de Estados Unidos.
Por ello, el compromiso de la política económica debe ser con México, con el futuro del país, con el interés nacional.
El crecimiento económico de 2.5% no es suficiente para garantizar el desarrollo del país. En este sentido, la visión debe ver más allá de las condicionantes de la renegociación del TLCAN.
La evidencia es clara, la política comercial no puede sustituir a una estrategia de política económica integral: no se debe subordinar el marco institucional y legal de la economía nacional al de los acuerdos comerciales internacionales.
Como lo han mencionado las autoridades federales y diversos liderazgos empresariales, tal como lo habían demostrados diversos estudios académicos: México es más grande que el TLCAN.
La implicación es clara: sí el comercio internacional con la región a la que se exporta casi 85% de total tiene una relevancia modesta sobre el PIB de México, ¿qué país o región puede tener un impacto positivo mayor?
El mensaje debe ser tomado en consideración: ni el TLCAN o cualquier otro acuerdo comercial harán lo que México deje de hacer en materia de política económica. Para que nuestro país pueda vivir mejor, se debe garantizar el desarrollo de las capacidades productivas internas y que ello se traduzca en mayor empleo e inversión.
Sin renunciar al comercio internacional, a la globalización e independientemente de la negociación del TLCAN, se debe impulsar el Fortalecimiento Globalmente Competitivo y Productivo del Mercado Interno, es la única forma de lograr mayor desarrollo económico y compensar los desequilibrios generados desde el exterior.
El mercado interno es el que cuenta con mayor potencial de desarrollo y el que tiene los menores costos logísticos para las empresas productoras de México: tan sólo en 2016 se importaron 300 mil millones de dólares de insumos intermedios. Son bienes que ya tienen mercado: con la producción nacional de la décima parte de los mismos se puede aumentar el crecimiento del PIB en casi 3%. México podría lograr el objetivo de crecimiento económico que las reformas estructurales y la apertura comercial no han alcanzado: 5%.
Para hacerlo sin propiciar efectos adversos sobre los otros sectores, se debe crear una Política de Desarrollo Industrial de Cuarta Generación, que eleve las capacidades de innovación y generación de progreso tecnológico endógeno en la economía nacional, que se fundamente en encadenamientos productivos entre las empresas nacionales para que puedan formar o se puedan integrar competitivamente a las Cadenas Globales de Valor.
El objetivo debe ser el incremento de la productividad de la economía nacional, para lo cual se deben mejorar las condiciones competitivas de la misma. Se le debe dar vida al programa especial enunciado en la Ley para el Incremento sostenido de la Productividad y la Competitividad de la Economía Nacional.
Lo anterior es indispensable para alinear aspectos como la mejora regulatoria, mayor seguridad pública, una gestión pública eficaz, desarrollo de capital humano, infraestructura moderna (que facilite la logística de la economía), disminución del costo de insumos energéticos y combustibles hacia las necesidades productivas de las empresas.
La competitividad debe estar al servicio de la productividad y las métricas del éxito deben ser el crecimiento económico, la generación de empleo formal, el incremento de los salarios, la mayor expectativa de vida de las empresas y la disminución de la inequidad y pobreza. Todo ello manteniendo la estabilidad de la macroeconomía.
No se trata ya de firmar acuerdos comerciales, el objetivo es hacerlos funcionar y elevar el desarrollo del mercado interno.
La consecución de esto último sólo puede lograrse a través de la productividad, es la mejor forma de evitar presiones inflacionarias, mantener el endeudamiento controlado al mismo tiempo que se desarrolla todo el potencial económico de México.
*** En la foto: Donald Trump, presidente de EU (EVAN VUCCI. AP)