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López Obrador y sus fieles han inaugurado el “Juarismo Guadalupano”. Las inquietas mentes de la izquierda “progresista” han decidido unir el espíritu laico del Benemérito de las Américas con la euforia religiosa desatada por la Morenita del Tepeyac, a quien AMLO mira como la “Morena del Pejeyá”, como dibujó el genial Paco Calderón, en su cartón del diario Reforma.
No es casual que Andrés Manuel haya elegido precisamente el 12 de diciembre para formalizar su precandidatura presidencial al tiempo que Gerardo Fernández Noroña se envolvía en un estandarte de la Virgen de Guadalupe para protestar contra la Ley de Seguridad Interior, y John Ackermann, —uno los principales asesores intelectuales de El Peje— publicara un fervoroso tuitazo: “Me entristece que tantos mexicanos desprecian su propio pueblo y tradiciones. Prefieren el #BuenFin a la #VirgenDeGuadalupe. Venerar a la Virgen es amar a la patria, tener esperanza en un nuevo amanecer y seguir el ejemplo de lucha libertaria de #MiguelHidalgo”.
Oportunismo o vil mercadotecnia, no importa, el caso es que el mensaje esquizofrénico volvió a lograr su objetivo.
López Obrador es algo parecido a un genio mediático audaz. Siempre encuentra la forma de montarse en la discusión nacional y acaparar cámaras y micrófonos; imponer agenda.
Ahora, el debate en torno al “Rayito de Esperanza” se centra en su persona, dichos y ocurrencias contenidos en sus diez mandamientos revelados este miércoles y, después, mucho después, en sus propuestas.
Por ejemplo, reitera la idea del perdón a los narco-criminales, previo arrepentimiento de sus pecados, y previa consulta popular (detalle mañoso) revela que no le vendría mal ese apoyo… y es “lana”.
Otro ejemplo. La idea de descentralizar el poder enviando secretarías, empresas estatales y organismos autónomos a las entidades del país es un guiño dirigido a las élites de los estados, un “apapacho” al ego de los mexicanos que no viven en el centro y la oferta de buenos negocios a quienes puedan involucrarse en la construcción y habilitación de edificios, logística y obras de infraestructura para albergar las nuevas sedes gubernamentales.
…y otro ejemplo más. El anuncio de quitar dinero a “los de arriba” para darlo a “los de abajo” (¿cómo Robin Hood?) y de “becar” con 3 mil 600 pesos mensuales a 2 millones 200 mil jóvenes ninis, que no estudian ni trabajan. La propuesta suena populista, aunque prometa que ese dineral saldrá de ahorros y recortes al gasto público y el combate a la corrupción. Haciendo cuentas elementales, se trataría de una dádiva de casi 8 mil millones de pesos mensuales (casi 100 mil anuales; 600 mil en el sexenio) para comprar más clientela electoral con dinero de nuestros impuestos, claro.
Por cierto, este último mandamiento se encuadra en “quién da más”. Es un desafío a la propuesta del frentista Ricardo Anaya, quien la víspera ofreció 3 mil pesos a cada mexicano “para garantizar acceso a un mínimo vital que le permita vivir con dignidad”. Solo falta conocer la oferta de José Antonio Meade.
López Obrador es genio y figura; el mismo Peje pero revolcado, anquilosado, rancio y bravucón, quien ha reiterado qué, en su aspiración presidencial, la tercera es la vencida; que si no gana se irá a La Chingada… su rancho en Palenque, Chiapas.
—¿Y si gana nos iremos nosotros?
EL MONJE INSEGURO: Al arranque de las pre-campañas electorales el Senado debate La Ley de Seguridad Interior, que ha sido objeto de inconformidad y repudio social. También han alzado la voz algunos gobernadores, no priístas, que no ven en esa ley un compromiso de cooperación, sino de sumisión; que ven atropellado el pacto federal por orden del presidente de la República; que puede ser aplicada de manera permanente por las Fuerzas Armadas para investigar y combatir a los cárteles delictivos y que ahora podrán ser tratados como criminales del fuero común. Es una ley indebida para una estrategia fallida, reclama el analista Jorge Castañeda. Demasiadas voces derecho humanistas (nacionales e internacionales), rigurosas y severas están violentadas por lo que consideran un atropello; exigen una revisión legislativa minuciosa del espíritu de la norma inapelable antes de aprobarla este mismo jueves o en la madrugada de mañana. Por eso no extraña que la Comisión Nacional de Derechos Humanos haya anunciado, a priori, que podría optar —con todo derecho— por el camino de la controversia constitucional. Ya veremos…
@JoseCardenas1 josecardenas@mac.com www.josecardenas.com