Jorge Buendía

Los nuevos lopezobradoristas

Los nuevos lopezobradoristas
13/03/2018 |02:03
Redacción El Universal
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El tercer intento de AMLO por llegar a la Presidencia ofrece una oportunidad inmejorable para analizar los cambios en su base electoral. Hoy, al igual que en 2006, aparece en primer lugar de las encuestas pero ello no significa que sus bases sean las mismas o que lo que impidió su triunfo en 2006 funcione hoy.

El análisis de la evolución del apoyo a AMLO es posible si utilizamos resultados oficiales, encuestas de salida (2006 y 2012) y las encuestas preelectorales de Buendía y Laredo/EL UNIVERSAL y de Reforma publicadas en este año (los datos están disponibles en Oraculus.mx). A partir de esta información se detectan las siguientes tendencias:

Regionalmente, el apoyo a López Obrador (de 2006 a 2018) ha crecido más en el sur del país (circunscripción 3). En comicios previos, dada la debilidad de Acción Nacional en la región sur, el contrapeso a López Obrador lo representaba el PRI. Hoy, la debacle tricolor en la región (ilustrada con el caso Veracruz) significa que el tabasqueño no tiene rival: cuenta con 60 por ciento de la preferencia efectiva en la región y su ventaja es de 40 puntos porcentuales sobre el abanderado blanquiazul.

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El candidato de Morena también ha crecido en regiones históricamente hostiles a su persona. En elecciones pasadas el apoyo a AMLO fue ligeramente superior al 20 por ciento en el norte del país (circunscripciones 1 y 2), a gran distancia de los eventuales triunfadores. Calderón pudo ganar en 2006 gracias a que el norte del país le dio los votos necesarios para compensar los triunfos del tabasqueño en el centro y sur de México. Hoy la historia es diferente. Si en el pasado AMLO perdió por cerca de 20 puntos en la circunscripción 1, en esta contienda se encuentra empatado con Ricardo Anaya. Lo anterior no significa que sus tradicionales bastiones hayan dejado de serlo. AMLO sigue manteniendo una cómoda ventaja en las circunscripciones 4 y 5 (CDMX, Edomex, Puebla, entre otros), pero su fuerza electoral es similar a la de procesos anteriores. El lopezobradorismo histórico sigue vivito y coleando.

A pesar de la retórica de clase (“Por el bien de todos, primero los pobres”), en 2006 no se observa que los personas con educación primaria (que tienen menos ingresos) voten más por López Obrador que los universitarios, el grupo más privilegiado. Este patrón empezó a cambiar en 2012 donde ya se observa con claridad que a mayor educación mayor voto por el tabasqueño. Hoy, el nuevo lopezobradorismo está representado por los universitarios. El apoyo a AMLO en este segmento ha aumentado catorce puntos porcentuales de 2006 a la fecha pero, quizá más importante aún, nadie le hace sombra: goza de una ventaja de 27 puntos sobre Ricardo Anaya, su contrincante más cercano.

La importancia del segmento universitario (20% del electorado) aumenta si analizamos su comportamiento en 2006. La campaña negativa, “AMLO, un riesgo para México”, buscó que los grupos más privilegiados se cohesionaran alrededor de Calderón. La estrategia tuvo éxito: los universitarios, un grupo de privilegiados en un país cuyo promedio de educación es de 9 años, votó 46 a 35 por Felipe Calderón. A juzgar por su nivel de apoyo, en 2018 los universitarios no ven riesgo en una eventual victoria del candidato de Morena.

La brecha de género siempre ha sido importante para López Obrador y este año no es excepción. Los varones tradicionalmente lo respaldan más que las mujeres, pero su ventaja es hoy de 18 puntos porcentuales sobre su rival más cercano. En 2006 y 2012 el segmento masculino fue altamente competido, pero en esta ocasión ya es un bastión del tabasqueño y parte central de su fuerza (los hombres significan casi la mitad del electorado).

Al analizar la composición del respaldo al abanderado de Morena la conclusión más relevante es que ya no genera el rechazo de antaño. Solo el noreste del país le escatima simpatías pero incluso ahí sus números han mejorado. En cambio, aprovechando las fallas de sus rivales y el desencanto generalizado, ha penetrado en regiones y grupos sociales que le eran antagónicos. Quien quiera arrebatarle la victoria tendrá que buscar una fórmula diferente a la de hace doce años.