El profundo descontento ciudadano con la clase política explica en gran parte la abrumadora victoria de AMLO en la pasada elección. La merecida desconfianza en las instituciones representativas (Congreso, partidos, la Presidencia, etc.) encontró en López Obrador el canal idóneo para expresarse. En este contexto, cualquier propuesta que signifique arrebatar la toma de decisiones al establishment político será bien recibida por un amplio sector de los ciudadanos ya que, por muchos años, la clase gobernante ha demostrado incapacidad y proclividad a la corrupción. Como señaló un participante de un grupo de enfoque, “los políticos no están para servir sino para servirse”.

Las posturas pro democracia directa de AMLO, las consultas, son consecuencia de esta desconfianza en las instituciones representativas del país. AMLO es reflejo y acicate del sentir popular. Pero el presidente electo también impulsa un campo de acción más amplio para el método democrático: “No es nada más democracia como sistema político. Es en la familia, en la escuela, en el sindicato, en la sociedad, en el gobierno, democracia como forma de vida, eso es lo que se va a establecer” (17 de octubre 2018). Se avizora, entonces, que habrá una gran cantidad de temas que se someterán al voto o, en su defecto, a la opinión ciudadana. La consulta del nuevo aeropuerto podría ser sólo el primer paso. Por ello hay que insistir en que dichos ejercicios cumplan con dos características centrales de todo proceso democrático: participación ciudadana y deliberación.

Por ser el primer ejercicio de la época lopezobradorista, las modalidades de la consulta del aeropuerto son de suma importancia. Este primer esbozo deja mucho que desear en cuanto a participación y deliberación. Cuando se estima una participación de aproximadamente 1% del electorado estamos lejos del ideal democrático. Más que la expresión de la mayoría, el resultado de la consulta sería la expresión del sentir de un grupo de interés o, si se quiere, de un “minipúblico”. ¿Llamaríamos democracia a un país donde solo vota 1% de la población elegible?

La exigua participación ciudadana también impide que se alcance el ideal deliberativo. Si los ciudadanos no se involucran en las consultas, muchas voces no estarán representadas en el debate y difícilmente se alcanzará lo que para muchos es la razón de ser de la deliberación: tomar la mejor decisión, anteponiendo el interés general al particular o al individual. Como ha señalado Karl Popper, “el valor de una discusión depende en gran medida de la variedad de las opiniones rivales. Si no hubiera habido una torre de Babel deberíamos inventarla” (La opinión pública y los principios liberales en Conjeturas y Refutaciones, p. 422) .

Más aun, el ideal de todo proceso deliberativo es que los individuos expongan y defiendan sus argumentos con razones; que escuchen a sus contrarios y estén dispuestos a cambiar sus opiniones ante la evidencia o ante una mejor razón (Carole Pateman, Participatory Democracy Revisited, 2012). Lo que hemos observado en el caso de la consulta del aeropuerto dista mucho de esto. En lugar de deliberación hemos presenciado una creciente polarización y descalificación de los argumentos contrarios. Se busca ganar por caminos distintos a la fuerza de la razón. De hecho, este ejercicio de democracia directa se está debatiendo y analizando con las mismas limitaciones y excesos que temas similares se debaten en el Congreso, es decir, consultar a la población no ha cambiado la forma en que nuestra clase gobernante hace política.

Las consultas debieran ser el vehículo ideal para que la gente elija con base en razones y no pasiones. Los ciudadanos están decidiendo sobre opciones de política pública. Muchas veces nos lamentamos que en una elección las personas no deciden su voto a partir de las propuestas planteadas por los partidos o candidatos. Por diseño, en la mayoría de las consultas sí se trata de elegir entre propuestas. Pero para hacer realidad la aspiración de un electorado informado es menester que autoridades, partidos, medios y demás actores interesados pongan su grano de arena; es decir, deben de proporcionar suficiente información de calidad para que los ciudadanos tomen la mejor decisión de acuerdo a sus intereses. En este aspecto, el déficit que nos deja la consulta del aeropuerto es enorme. Hay mucho que aprender y mejorar.

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