El que quiera atacar debe de ser más fuerte que su adversario, dice un apotegma militar. Ello también vale para la política, el futbol y el ajedrez. Antes de emprender una ofensiva es necesario detectar las debilidades del rival y contar con fuerzas superiores a las que defienden. Una buena embestida debe ser irrefrenable, basada en planes estratégicos concretos.

Otra medida provechosa consiste en limitar la movilidad enemiga. Si no presenta puntos vulnerables, crearlos mediante amenazas, el despeje de vías, la desviación de piezas defensoras, el avance de peones de asalto, etc. Un recurso particularmente efectivo es el sacrificio de piezas; buscar ventaja posicional, un ataque fulminante o jaque mate.

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