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El 23 de junio se festejó el día Olímpico Mundial y es un excelente pretexto para esta colaboración. En diferentes ocasiones, hemos hablado de la importancia de un deporte amateur, olímpico o federado más sólido, con mejor estructura, con más planeación y que no viva en la oscuridad.
En los últimos días, hemos escuchado los problemas que tienen algunos deportistas para el desarrollo de sus actividades dentro y fuera del país. En algunos casos, hemos leído y escuchado cómo no pueden cubrir sus gastos de avión, hospedaje, inscripciones a competencias y demás situaciones penosas que no permiten el desarrollo correcto de los atletas. También he leído que existe desvío de recursos con algunos directivos, federaciones, empresas, etc., situación aún más penosa y preocupante para el desarrollo.
Todo esto es, sin duda, un golpe mortal para la percepción que hacen las posibles empresas patrocinadoras. ¿Quién quiere invertir en algo en donde existe corrupción?, ¿quién quiere invertir en donde no existe planeación?, ¿quién quiere invertir en algo en donde no hay resultados positivos?, ¿quién quiere invertir en el COM, lugar en donde —se dice— viven asfixiados por falta de recursos? Y así podríamos hacer muchas preguntas, sin respuestas o con respuestas negativas; así de triste está nuestro deporte de cara a los Juegos Panamericanos de Lima y los Olímpicos de Tokio.
Voy a hacer una mala comparación, pero es necesaria. El Comité Olímpico de Estados Unidos cuenta con su marca propia, el Team USA. México no tiene eso, no tiene mascotas, no tiene un himno, no tiene una identidad comercial. Todo esto repercute en la obtención de socios comerciales, los cuales buscan ligarse a una marca poderosa, en la que se mezclen los valores de ambas partes.
En el Comité Olímpico se tiene presencia con Banco Famsa, Li-Ning, SisNova, ni uno más. Sin duda, sorprendente. ¿Cómo en un país de 120 millones de habitantes no existen resultados positivos, pero sobre todo una estructura exitosa? En varias ocasiones he platicado también el cómo en una ciudad cosmopolita como Moscú puede encontrarse en la Avenida Teverskaya, una de las calles principales, una tienda inmensa de la marca Bosco, patrocinadora del Comité Olímpico Ruso. Ahí hay tenis, gorras, ropa de vestir, ropa de niño, ropa de bebé; todo, con la imagen del equipo ruso, pero aquí en México es imposible, literal imposible, conseguir una chamarra del Comité Olímpico Mexicano . Esto sucede debido a la poca o nula estrategia que existe para llevar al COM a otros niveles comerciales, de comunicación, y con la gran posibilidad de crear una percepción de marca exitosa.
Todo lo mencionado en esta colaboración es con la mejor intención. Ojalá alguien del Gobierno pudiera leerla y saber que tienen un gran producto, pero hoy es un producto abandonado, pisoteado, devaluado, olvidado y con una mala reputación.
@husseinforzan