Más Información
Osiel Cárdenas, exlíder del Cártel del Golfo, recibe auto de formal prisión; enfrentará juicio por homicidio
Jóvenes mexicanos pasan más de 2 mil horas al año en el teléfono; OCDE alerta sobre su impacto en la salud mental
Sergio Gutiérrez Luna destaca aprobación de 25 reformas en la 66 Legislatura; "Un logro histórico para la 4T", señala
Secretario de Agricultura reafirma defensa del maíz blanco; "Seguiremos apoyando la producción nacional no transgénica", afirma
¿Maíz transgénero? Rubén Rocha corrige desliz durante discurso en Sinaloa; destaca importancia del maíz blanco
Sheinbaum asegura apoyo total a Sinaloa para enfrentar violencia; "Nunca los vamos a dejar solos, aquí está la presidenta"
El Santo falleció cuando yo tenía ocho años, pero ese tiempo fue suficiente para darme cuenta de que este personaje, enfundado en una máscara plateada, era mucho más que un luchador. Era un ídolo, un superhéroe, un enigma por resolver, una imagen por alcanzar. Sus películas nos transportaron al futuro y nos hicieron creer en su inmortalidad.
El Santo, a diferencia de los grandes personajes caricaturescos, anduvo entre nosotros. En palabras de Carlos Monsiváis, El Santo fue el rito de la pobreza, de los consuelos peleoneros dentro del gran desconsuelo que es la vida, la mezcla exacta de la tragedia clásica, circo, deporte olímpico, teatro de variedad y catarsis laboral.
El Santo peleó y venció zombies, cerebros diabólicos, mujeres vampiro, brujas, marcianos, monstruos, momias, magia negra, hombres lobo, etc.; incluso, el tiempo mismo no ha podido vencerlo. Aún podemos encontrar su rostro en la calle, en paredes, en playeras, en simbología urbana, El Santo es un ícono de la cultura urbana del siglo XX.
Y para continuar con esa leyenda, la estafeta la tomó su hijo, quien este 18 de octubre celebrará 35 años de portar con orgullo la máscara plateada. El Hijo del Santo ha sido el responsable de acrecentar la leyenda. Ha llevado esta imagen a otros países. Treinta y cinco años de portar un símbolo como tal no es fácil.
Hago referencia a esto, porque en el mundo de la mercadotecnia deportiva y tradicional se desperdicia a un vehículo de comunicación infalible. En otros países, El Santo y El Hijo del Santo son venerados, la gente los quiere ver, tocar, escuchar, y México no debe ser la excepción.
Actualmente, los tomadores de decisión en marketing están pasando por alto a un personaje que podría dejarles importantes dividendos. Los valores que transmite El Santo son oro puro. Sabiendo que los tiempos han cambiado y la industria lo exige, El Hijo del Santo se ha dado a la tarea de adaptar la marca a los tiempos modernos.
Se pondrá, en muy poco tiempo, a disposición de la gente una aplicación móvil, página web, canal de Youtube; se continuarán las negociaciones para sacar al aire una serie, un comic, una revista, un álbum, una película. Todos estos canales de distribución servirán para que las marcas aprovechen una imagen como la del Enmascarado de Plata.
Será un trabajo arduo, pero que la historia y el estatus de esta marca lo merece.
El sports marketing debe ampliarse. No todo es futbol, no todo es la masividad. Se cuenta con un valor que nadie tiene en la industria: LA PASIÓN, esa pasión intransferible por unos colores, por un deporte, por un personaje, por una máscara, y eso es lo que El Santo puede darnos.
Este personaje debe estar en manos de todos los mexicanos y de los que no lo son, porque El Santo le pertenece a todos.