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Sobre la cabeza de la titular de Función Pública recae una responsabilidad muy delicada para la 4T: es el principal espacio en el que se materializa el discurso anticorrupción. El perfil de quien está al frente de esa dependencia, por tanto, no puede dejar la más mínima sombra de duda acerca de la legalidad en el ejercicio de sus atribuciones. Por eso no pude haber excesos ni discrecionalidad y debe mantenerse una conducta intachable.
Entre funcionarios de la 4T, sin embargo, cada vez se escuchan más críticas a su labor. A unos incomoda su actitud “policiaca y persecutoria”, donde más que trabajar en equipo “predica y juzga”. A otros molesta que mande auditorías sin fundamento legal o sin cumplir las formas más elementales (como notificar a través de un oficio). Unos más señalan que Sandoval “no conoce la administración pública” y su visión de esta es “muy elemental y limitada”.
La secretaria parece haber puesto el objetivo de agradar al presidente por encima de todas las cosas, para mostrarse como “la más auténtica Adelita de la 4T”. Una funcionaria afirmó: “Irma Eréndira está permanentemente tratando de demostrar que ella encarna la verdadera 4T (…) Pareciera que antes que cumplir con sus atribuciones legales, lo que más preocupa a la secretaria es interpretar los deseos del presidente y llevarlos hasta sus últimas consecuencias”.
Quizás su postura de intérprete máxima de la palabra obradorista no generaría molestia si la secretaria predicara con el ejemplo. Pero hay quienes tienen dudas de que sea así. Algunos se preguntan, por ejemplo, por qué si los servidores públicos no pueden por ley recibir regalos de más de 500 pesos, ella publica una fotografía del día de su cumpleaños con orquídeas y bolsas de Liverpool (https://urlzs.com/zxgKN). Podría parecer un asunto menor, a no ser porque se trata precisamente de la secretaria encargada de sancionar ese tipo de conductas.
Otros se preguntan también por qué si la ley prohíbe la propaganda personalizada, Función Pública sube un tuit con un mensaje donde anuncia las labores que esa dependencia lleva a cabo para combatir la corrupción, junto a una fotografía en la que el rostro principal que mira de frente es precisamente el de Irma Eréndira Sandoval Ballesteros (https://urlzs.com/5wd74).
¿Y los posibles conflictos de interés con miembros de su familia? ¿Será necesario explicarlos ahora que una secretaria debió renunciar por retrasar un avión? Se mencionan al menos dos posibles entre sus hermanos: el caso de Netzaí Sandoval, nombrado por el ministro Zaldívar para ocupar un puesto de dirección en la SCJN (https://bit.ly/2K9Xxl9), y el de Pablo Amílcar Sandoval, coordinador de programas estatales de desarrollo en Guerrero. En el estado no se entiende bien cómo es que eventualmente la secretaria de la Función Pública auditará a un consanguíneo.
Ocupada en temas que no necesariamente le tocan, la secretaria ha descuidado temas que le conciernen directamente, como es el Sistema Nacional Anticorrupción, y no pudo siquiera tener a tiempo los nuevos formatos de las declaraciones 3 de 3 (patrimoniales, fiscales y de intereses), que debían estar para el mes de abril (como sí lo hizo el gobierno de Sheinbaum https://bit.ly/2untmxK). A seis meses de gobierno, y después de uno de los sexenios más corruptos de la historia, prácticamente no hay un solo procesado.
Quizás la gran crítica a Irma Eréndira Sandoval es haber promovido una visión extrema y fundamentalista de la austeridad que promueve un recorte indiscriminado e irracional de plazas y que, para muchos dentro del gobierno, puede terminar por “destruir” buena parte de la Administración Pública Federal.
La cabeza de Función Pública debería ser quien ayude al presidente a aterrizar la lucha contra la corrupción, a través de una estrategia inteligente y con asidero en la realidad. En lugar de ello, parece haberse empeñado en decirle al presidente todo lo que quiere escuchar, al punto de construir una idea caricaturesca del Estado en la que todo es corrupción y dispendio, y donde es necesario amputar hasta los órganos vitales para erradicar el cáncer que padecemos.