Lunes 14 de enero de 2019. Un inspector de la Policía Federal, adscrito a la División de Gendarmería con la voz entrecortada, solicita apoyo urgente en Huixcolotla, Puebla:
“¡Clave 3! ¡Clave 3! ¡Nos acaban de rafaguear aquí con dirección a Huixcolotla…! ¡Clave 3! ¡Todas las unidades! ¡Tenemos gente herida! ¡35! ¡Hay unas camionetas!!
Los federales dijeron más tarde que se habían percatado de que los tripulantes de la Ford portaban armas largas. A través de comandos verbales, “audibles y visibles”, ordenaron a los pasajeros que detuvieran su marcha.
Pero la Ford Expedition aceleró. Se inició una persecución a lo largo de esa carretera. En la unidad de la Gendarmería viajaban siete elementos.
A la entrada de Huixcolotla, los federales estaban a punto de alcanzar al vehículo que huía. Entonces, una Ford de color negro, con al menos cuatro personas a bordo, se les emparejó por el lado izquierdo.
Se oyeron varias ráfagas y se vio en la oscuridad el relampaguear de las armas. En un segundo, cuatro de los siete federales estaban heridos.
Quienes viajaban en la parte trasera de la unidad federal no se amilanaron. Contestaron el fuego y al final lograron salvar la vida de la mayor parte de sus compañeros. Fue entonces cuando uno de los federales envió el audio que comparto.
Los cuatro agentes heridos presentaban lesiones de gravedad. Uno de ellos, trasladado vía aérea a un hospital de la ciudad de México, perdió la vida horas después. La causa del deceso fue traumatismo encefálico severo.
El Ejército, las demás divisiones de la Policía Federal, paramédicos de Tecamachalco y elementos de Protección Civil, llegaron al lugar. Kilómetros más adelante se detectó, abandonada, la camioneta color vino.
Había rastros de sangre en su interior.
En noviembre de 2018, el delegado de la Policía Federal en Puebla reconoció que en el transcurso de año y medio esta corporación había sido presa de 50 agresiones armadas.
La zona donde ocurrió el ataque se ha convertido en un infierno para todos: autoridades y pobladores.
Células de los Zetas, el Cártel Jalisco Nueva Generación, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios disputan el tráfico y la venta de drogas; el robo de hidrocarburos; el robo a vehículos de carga; también el secuestro y la extorsión.
Puebla forma parte de una ruta de la droga que corre por Guerrero, Morelos, el Estado de México y la capital del país. El robo de hidrocarburos, en una zona a la que atraviesa el ducto Minatitlán-Valle de México, se extiende a lo largo de 21 municipios.
La policía estatal reportó en solo año y medio la detención de 2 mil 622 huachicoleros. Cifras del estado reportaron en ese periodo la existencia de 600 tomas clandestinas. En un año se decomisaron ahí 9 millones de litros de hidrocarburos.
En noviembre pasado, autoridades federales reportaron la existencia de 20 grupos delincuenciales. Durante un tiempo, por decreto publicado en el Diario Oficial, el estado asumió el control de la seguridad en la zona que abarca San Martín Texmelucan, Tehuacán y Ciudad Serdán.
Nada detuvo el flujo de droga, el robo de hidrocarburos, el robo a vehículos de transporte.
Las cifras de Puebla roban el sueño. El gobierno de EPN reconoció en diciembre pasado la existencia de un Cártel de Tehuacán.
Pepsi, Bimbo y Grupo Modelo han dejado de operar en municipios del estado.
El secuestro aumentó 600% en un año. El robo creció 86%.
Los grupos criminales no dan su brazo a torcer. Todos corren peligro en Puebla. El estado es un infierno para todos.
@hdemauleon
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