A principios de enero, un video incendió las redes sociales. En este, un hombre identificado como Gerardo Humberto Herrera Escobedo, llamó a dos perros pequeños, logró que se acercaran a él y luego acuchilló a uno de ellos.
Una denuncia presentada por la asociación Protecani relata que Herrera Escobedo “se encontraba en la colonia SUTERM en Piedras Negras, Coahuila de Zaragoza, con un arma punzocortante en su mano derecha, la cual escondía en su espalda mientras propiciaba el acercamiento mediante el uso de señas y entonación de voz de dos caninos (…) para que estos se acercaran a él confiados, cuando ambos animales estaban a menos de un metro (…) apuñaló a uno de ellos en la caja torácica del lado izquierdo, aunado a ello y mientras el canino agonizaba de dolor, Gerardo Humberto Herrera Escobedo sin compasión alguna abandonó moribundo a dicho canino, tirado en la calle y sin prestarle ningún tipo de auxilio, se sentó y exclamó a modo de justificación ‘no se murió’”.
Como a miles de personas, aquel video me envenenó. Era la sicopatía
normalizada.
Contra Herrera hubo una reacción violentísima. Varios nigropetenses fueron incluso a buscarlo a su domicilio. Él no se presentó más en su lugar de trabajo y poco después el coordinador de ministerios públicos, Santiago de Jesús Espinosa, afirmó que era posible que hubiera huido a Estados Unidos.
El sheriff del condado de Maverick, Tom Schmerber, declaró que las autoridades mexicanas no habían solicitado su colaboración y por lo tanto “al joven mexicano no lo están buscando”.
El alcalde de Piedras Negras, Claudio Bres, declaró que aquel día tres jóvenes ingerían bebidas alcohólicas. Uno de ellos grabó al asesino del perro: no solo no intentó evitar el delito, no solo no brindó auxilio alguno al pequeño animal: en el video se le oye reír mientras el perro es cruelmente acuchillado. Supuestamente, los tres jóvenes estaban identificados.
Unos días más tarde se exhibió una fotografía en la que Herrera Escobedo aparece al lado del alcalde de Piedras Negras, Claudio Bres. La imagen fue tomada durante el pasado proceso electoral.
Según la presidenta de la asociación Protecani, Aída Cantú, el asesino del perro “participó en la campaña del hoy edil de ese municipio coahuilense, e incluso fue representante electoral de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’”.
Los meses pasaron. La rabia se apagó.
Protecani intentó en tres ocasiones presentar una denuncia (me cuento entre los firmantes de ese documento). En las tres el ministerio público se negó a recibirlo “porque le significaba más trabajo”. La asociación tuvo que insistir en febrero pasado ante el Fiscal Especializado para los Delitos contra los Animales. De ese modo se supo que existían otras siete denuncias en contra del agresor.
Protecani externó su preocupación de que el alcalde Bres estuviera encubriendo a Gerardo Humberto Herrera Escobedo. La dueña de los animales se negó a presentar una denuncia por miedo. Se negó incluso a decir qué había hecho con el cadáver del perro, lo que, explican los abogados de la asociación, ha complicado el asunto pues “sin el cuerpo no se acredita el delito”.
La denuncia detalla que la conducta de Herrera Escobedo está sancionada como delito en el código penal de Coahuila, “particularmente en el capítulo único relativo a los delitos de crueldad y violencia contra animales”.
El artículo 261 de ese código impone una pena de hasta dos años de prisión a quien lastime a un animal “por venganza, odio o diversión” e indica que “se aumentará en una mitad los mínimos y máximos de las penas señaladas (…) cuando cualquier animal muera como consecuencia de los actos de crueldad de que fue objeto”.
De acuerdo con Protecani, no se permitirá un “carpetazo”. El tiempo no apagará la indignación: Herrera Escobedo no va a quedar impune. Tarde o temprano pagará por la monstruosidad que hizo.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com