Idalia fue internada en el hospital general de Xoco el pasado 1º de julio. Presentaba un traumatismo encefálico grave. Una agente del ministerio público abrió una carpeta por “hechos posiblemente constitutivos del delito de lesiones culposas por caída de vehículo en movimiento”.
Hacia las 14:00 horas de aquel sábado, testigos que se hallaban en la calle de Concepción Beistegui esquina con Doctor Vértiz vieron que una mujer de cerca de 30 años se hallaba tendida en el pavimento. Parecía que se había arrojado “de un vehículo automotor del transporte público, contundiendo directamente en pavimento con cráneo”.
Los testigos, entre ellos las empleadas de un negocio cercano, se percataron del hecho “solo ya cuando la muchacha se encontraba en el suelo”.
La policía de investigación revisó una cámara del C-2 Sur. Advirtió que a las 13:33 de aquel día “un vehículo tipo camión de pasajeros del servicio público” cruzó Doctor Vértiz “sin hacer alto total”.
En el video se observó que cuando la unidad redujo la velocidad, una persona se lanzó “de la puerta trasera del camión hacia el asfalto golpeándose con el mismo, continuando su marcha el camión y quedando en el asfalto dicha persona”.
Algunas personas se acercaron a la víctima para prestarle auxilio. Un testigo oprimió un botón de pánico cercano.
Una mujer, de nombre Marilú, vio que la muchacha “tenía un sangrado muy abundante”. Vio también que algunas personas corrían detrás del camión. Oyó que otras personas decían que “estaban asaltando el camión”. Llegó una patrulla.
Entre las pertenencias de Idalia había una agenda que contenía su credencial de elector y un número de teléfono. Otra testigo, María de la Luz, marcó el número telefónico y avisó que Idalia se había accidentado e iban a llevarla al Hospital de Xoco.
El esposo de Idalia y su hermano Ricardo llegaron al hospital. Ahí les dijeron que la joven tenía fractura de cráneo y estaba en coma.
La testigo María de la Luz asistió también a Xoco para entregar las pertenencias de la muchacha accidentada. Declaró que esperaba a bordo de su camioneta a que sus familiares salieran de un Oxxo, que vio pasar una unidad de transporte público y que luego vio “que había alguien tirado en el suelo boca abajo”.
Descendió de la camioneta y se acercó a auxiliar a la joven. Dijo que la muchacha aún tenía puestos sus audífonos, que “sangraba de la cara y en el piso había un chorro de sangre”.
“Le preguntamos cómo se llamaba y sólo lloraba —recordó—. Ella se fue volteando boca arriba y fue así como vimos que tenía abierta la frente”.
María de la Luz llamó al 911. Luego le marcó a la familia de Idalia. Llegó una patrulla y alguien informó a los oficiales que “estaban asaltando el camión”. Un policía de investigación asentó en su reporte que existía una cámara de seguridad en un condominio de departamentos que se halla enfrente del lugar de los hechos.
Idalia permaneció quince días en coma.
Finalmente, falleció.
Dejó huérfanos a dos niños. Uno de ocho años y otro de ocho meses.
Su familia detectó una serie de irregularidades en la carpeta de investigación. Se indica, por ejemplo, que la averiguación fue iniciada a las 7:33 del día 2 de julio.
En efecto, la solicitud fue hecha por el hermano de la víctima ese día, pero no a las 7:33, sino a las 9:00 de la mañana. Y lo que le dijeron en el Ministerio Público fue que no podían iniciar la investigación —por falta de personal— hasta la noche de aquel domingo o en la mañana del día siguiente.
Según los documentos que están en poder de la familia, en la carpeta no aparece el reporte de la patrulla que atendió la llamada de auxilio, ni la declaración del chofer que conducía la unidad. Aún más: un policía de investigación les informó que cuando la patrulla llegó al lugar de los hechos Idalia dijo “con mucha claridad” que “decidía no presentar cargos”.
A dos meses del fallecimiento de la joven, ni siquiera los videos de seguridad mencionados en el reporte han sido solicitados. No hay avance alguno en la investigación.
Idalia murió poco después de cumplir 35 años. Nadie sabe qué pasó a bordo del camión y en los documentos que integran la carpeta no hay manera de saberlo.
En la Ciudad de México es posible morirse así: sangrando en una calle y diciendo “con mucha claridad” que uno ha decidido “no presentar cargos”.
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