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En 1870, Fidel Arregui peleó a cuchilladas, “por asuntos raros”, a las puertas de una cantina. Resultó gravemente herido, se encomendó a San Miguel, y San Miguel accedió a sanarlo.
En 1928, de camino a Apaseo, Juan Duarte fue asaltado a traición por un amigo. Recibió dos heridas graves. Se encomendó, sin embargo, a la Virgen de Guadalupe de Tierras Negras, y sanó milagrosamente.
En 1880, María Librada Ortiz tuvo la desgracia de ser mordida por “un Perro del mal”. El hijo de Librada, Pedro Navarro, le rogó al Señor del Llanito que la aliviara. Y así ocurrió.
A partir de entonces, quienes se salvaban de un incendio, un terremoto o una inundación; los que volvían de la muerte tras un accidente o una enfermedad, mandaban a hacer un exvoto al santo o virgen de su devoción.
Entre 1963 y 1970, el Dr. Guidani formó una colección de exvotos que abarcan un periodo de la historia de México que va de 1770 a los años 50 del siglo XX. Detrás de cada pieza colocaba una etiqueta el nombre del lugar donde la había adquirido, y el precio que había pagado por ella: “Dr. Guidani. 22.2.1964. Messico-Guadalajara. 100 pesos”. En esa galería de milagros desfila el increíble arte de dar gracias: una expresión del fervor popular que de manera lateral revela las calamidades, las tragedias, los usos, las costumbres, el lenguaje, las creencias, las modas, las carencias que privaron a lo largo de tres siglos en ciudades y comunidades rurales del Bajío mexicano.
El 19 de octubre de 2018, el mayor Lafranco Disibio, del cuerpo de Carabineros, envió al gobierno de Peña Nieto las imágenes de 596 exvotos recuperados, y la generosa oferta de devolverlos. La entrega se concretó en marzo pasado.
Hoy se encuentran en la Escuela de Conservación, Restauración y Museografía del INAH. Constituyen sin duda una de las repatriaciones de patrimonio cultural más notables: su vuelta es un verdadero milagro. Observarlas, analizarlas, contemplarlas —lo hice ayer— resulta una delicia inesperada, una inmersión profunda en la idiosincrasia de México. De pronto en este país hay buenas noticias: el INAH las restaura y en unos meses será posible disfrutarlas en una muestra.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com