El gobierno federal anunció el pasado 12 de marzo la detención de Erick Uriel Sandoval Rodríguez, alias La Rana, presuntamente involucrado en la desaparición de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.
La Rana es mencionado por un grupo de supuestos cómplices —El Jona, El Pao, El Chereje— como uno de los miembros del grupo criminal Guerreros Unidos que el 26 de septiembre de 2014 secuestró, torturó, ejecutó y quemó a los normalistas.
Luego del anuncio de su detención, visitadores adjuntos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, acudieron al Cefereso en donde Sandoval Rodríguez se halla sujeto a proceso por delincuencia organizada y secuestro. La intención de esa visita: “recabar directamente datos e información relacionada con los hechos de Iguala”.
Sandoval Rodríguez les dijo que no sabía absolutamente nada de esos hechos, porque él no era el hombre que las autoridades estaban buscando. La CNDH verificó en el expediente del caso Iguala. En efecto, un individuo apodado La Rana fue señalado como uno de los asesinos de los estudiantes “por cuatro de los principales sicarios, presuntos autores materiales de los hechos de desaparición”: El Jona, El Pato, El Chereje y El Chavalucas.
Pero La Rana a la que estos sicarios se referían tenía una cicatriz en la muñeca izquierda, un lunar sin pigmentación en el mentón, usaba piercing en el trago de ambas orejas… y sobre todo tenía dos tatuajes: uno, en la espalda, con la figura de una rana de color verde; y otro, cerca de la muñeca de la mano izquierda, con la figura “de tres flamas de color verde”.
En el retrato hablado que obra en el expediente, con el folio 79573, se especifica que el nombre de La Rana, apodado también El Güereque, es Édgar, y que en el tiempo de los sucesos su edad aproximada era de 27 años. Sandoval Rodríguez tenía 32 el año en que todo ocurrió. No hay cicatriz alguna en su muñeca, ni lunar sin pigmentación en su mentón. Tampoco tiene los tatuajes que la verdadera Rana tendría en un brazo y la espalda.
De acuerdo con un informe dado a conocer ayer por la CNDH, ninguna instancia, “ni policial, ministerial, ni judicial”, tomó en cuenta estos elementos. De hecho, según la Comisión, “no se encontró ningún elemento probatorio que indicara que Erick Uriel Sandoval Rodríguez era la persona a la que los presuntos autores materiales de la desaparición de los normalistas… habían referido como copartícipe de los hechos”. “Fue aprehendido y declarado formalmente preso sin que existiera una sola prueba”, informó la CNDH.
No solo eso: “El nombre de Erick apareció en las investigaciones de la nada”.
La Comisión afirma que con los datos proporcionados por Erick Uriel y sus familiares, se entrevistó con gente de Cocula, en donde él vivía; que realizó inspecciones, y solicitó información al Registro Civil, el Catastro, la oficina de licencias, la Sedena y el Inegi.
De ese modo se obtuvieron fotografías del misterioso Édgar: la verdadera Rana. Con dichas imágenes, un grupo de visitadores se entrevistó en el Cefereso de Tepic con El Jona, El Chereje, El Pato, El Duva y El Lucas. Con esas imágenes, los visitadores se reunieron también con El Cepillo, presunto jefe de sicarios de Guerreros Unidos, en el penal del Altiplano.
Los inculpados se negaron a colaborar con los visitadores. “Con un poco de disposición”, sin embargo, El Cepillo señaló que Erick Uriel Sandoval Rodríguez era “el profe” de educación física de Cocula. Los visitadores realizaron además 12 entrevistas en esa localidad. Los entrevistados reconocieron en las fotos a la verdadera Rana, y revelaron su nombre completo. Le dijeron a la CNDH que Édgar era amigo de El Jona, El Pato, El Chequel y El Lucas, que todos ellos “andaban en malos pasos” y “se dedicaban a actividades ilícitas”. Al mismo tiempo, señalaron a Sandoval como “persona de trabajo”.
Según el informe, los visitadores obtuvieron incluso el domicilio en que vivió La Rana original durante los hechos de Iguala, y lograron averiguar que el presunto sicario vive actualmente con su esposa “en una ciudad del estado de California en Estados Unidos”. Estos datos le fueron proporcionados a la PGR, pero, sostiene el reporte, esta institución declinó “la oportunidad de enmendar el desacierto”.
Malos días para la PGR. Los jueces le liberan a los presuntos responsables del caso, y la CNDH la acusa, en cambio, de tener preso a un inocente.