La noche del viernes 15 de marzo el periodista Santiago Barroso llegó a su domicilio en San Luis Río Colorado, Sonora. Lo acompañaba su esposa Lidia. Habían ido a una farmacia a comprar medicamentos para ella, quien hace unos meses sufrió un derrame parcial.
Según Humberto Melgoza Vega, director del semanario Contraseña, donde Barroso publicaba una columna, hacia las nueve de la noche alguien tocó la puerta con insistencia. La pareja se hallaba ya con la piyama puesta, en el segundo piso de la casa.
Lidia recordaría después que en los últimos días el periodista lucía “inusualmente preocupado”. Acababa de publicar en el semanario una columna titulada San Luis Río Colorado, la ruta del Chapo. Su siguiente columna ya no llegó. El día pactado para la entrega se comunicó con Melgoza a través de WhatsApp para decirle que estaba atrasado y pedirle que publicara otra cosa.
Según los testigos, una pick up de color blanco y modelo atrasado se detuvo frente a la casa de Barroso, en el callejón Sinaloa, entre las calles 7 y 8.
El periodista se asomó por la ventana. El hombre que tocó la puerta lo llamó “ingeniero”. Él decidió llamar al 911. “Hay una persona que se quiere meter en mi casa”, dijo.
“Extrañamente, sin embargo —me relata Melgoza—, Santiago bajó y, no se sabe por qué, abrió la puerta. Sin mediar palabra, el hombre le disparó. Dos tiros entraron por el abdomen, el tercero por la clavícula izquierda”.
La gente del 911 escuchó los disparos. Barroso alcanzó a avisar que lo habían herido. Intentó volver y cayó de bruces. La pick up se alejó hacia el sur. Lidia le arrebató al periodista el teléfono de las manos y solicitó auxilio. El IMSS anunció el deceso hora y media después.
Relata Melgoza que la policía se llevó varias cosas del auto de la víctima, recibos, tickets, un recado y un teléfono celular, entre otras.
Una semana más tarde la fiscalía de Sonora detuvo a un empleado del Ayuntamiento: Omar “N”. De acuerdo con la investigación, el acusado había descubierto que su esposa tenía una relación extramarital con el periodista. La obligó a que lo llevara hasta el callejón Sinaloa para que ella atestiguara cómo asesinaba a su supuesto amante. “El móvil del crimen no es un ataque a la libertad de expresión”, aseguró la fiscal.
Melgoza afirma que en el semanario y en el gremio ven los resultados de la investigación oficial con escepticismo. “Existen muchas dudas y muy rápidamente se abandonó la línea de investigación relacionada con las cosas que Santiago había escrito y con los frentes que se pudo haber abierto como conductor del noticiario radiofónico Buenos días San Luis. En el semanario, no nos quedamos tranquilos, sentimos que hay un clima de inseguridad alrededor”, explica.
Prácticamente el mismo día en que se anunció en Sonora la detención de Omar “N”, fue hallado el cuerpo sin vida, en el municipio de Salvador Alvarado, Sinaloa, del reportero deportivo Omar Iván Camacho. El periodista de 35 años, locutor de una estación de radio y director de un portal electrónico, había cubierto y participado en la transmisión de un partido de beisbol de la liga local —Garbanceros de Guamúchil contra Diablos Rojos de Cubiri.
Después del partido no se le vio más. Hacia las siete de la noche llegó el reporte de que bajo el puente de La Escalera, sobre la autopista Benito Juárez, se hallaba tirado el cadáver de una persona.
El presidente la Asociación de Periodistas y Comunicadores 7 de junio, Alejandro Sicairos, reveló que, entre otros signos de violencia, el cuerpo mostraba “huellas de que fue esposado”.
La fiscalía informó que Camacho había recibido un golpe en la cabeza, producido por un objeto contundente. Periodistas de Sinaloa exigieron una investigación a fondo, “porque casi lo plantean como un accidente vial”.
Camacho es el séptimo periodista asesinado en México en tres meses y medio: lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.