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A mediados de febrero, con solo unas horas de diferencia, fueron hallados artefactos explosivos en dos centros comerciales del Estado de México.
Una de ellas fue colocada el 14 de ese mes en una banca del Power Center de Coacalco. Empleados del centro comercial hallaron en una banca una caja de cartón envuelta con cinta adhesiva. Adentro había un reloj, un tubo metálico y varios cables. El Grupo Especial Antibombas del Estado de México evacuó el lugar.
La otra bomba fue localizada en el baño de hombres de Mundo E, en Tlanepantla. El artefacto se encontraba dentro de una caja de madera. El Grupo Antibombas halló ahí un reloj de manecillas, una pila que sería utilizada como detonador, así como dos tubos. Circuló la versión de que el artefacto contenía pólvora negra, monedas, clavos y rondanas. Según las autoridades, no estaba, sin embargo, preparado para estallar. “Lo hicieron con la clara intención de infundir incertidumbre en la población”.
Una semana más tarde hubo una falsa amenaza de bomba en un centro comercial de Ecatepec, Plaza las Américas, y al poco tiempo dos unidades del Mexibús fueron incendiadas.
El ataque se lo adjudicó un grupo anarquista: ITS (Individualistas Tendiendo a lo Salvaje). En diciembre de 2018, este grupo se hizo responsable del estallido de una bomba en el puente peatonal que se encuentra frente a Power Center. En un comunicado, el grupo lamentó que solo se hubiera dañado una de las estructuras de concreto del puente, “sin que registraran heridos, una lástima”.
A mediados de 2016, ITS se había acreditado el asesinato del jefe de servicio de la Facultad de Química de la UNAM, José Jaime Barrera. El cuerpo del empleado universitario fue hallado bajo un puente, en la Facultad. Una cuchillada le había cortado la vida. “Los heridos y los muertos que causemos serán una ofrenda de sangre para la Naturaleza Salvaje”, informó el grupo “eco-extremista”.
En su comunicado de diciembre, ITS declaró su odio a los humanos “que pululan por todos lados con esas asquerosas ansias de consumo desesperado”.
En 2011, se atribuyó un “funeral nihilista” y asesinó en Cuernavaca, de un tiro en la cabeza, al biotecnólogo Ernesto Méndez.
Tras el hallazgo de los artefactos explosivos en centros comerciales, el grupo adelanto que sus bombas “seguirían explosionando en lugares públicos”.
Un documento del Cisen documentó la presencia de células anarquistas en Oaxaca, Aguascalientes, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Nuevo León, Puebla, Querétaro, Veracruz, Zacatecas, Guerrero y la Ciudad de México.
Entre 2008 y 2016, estas células realizaron 91 acciones violentas en la capital del país, 70 en el Estado de México y 16 en Jalisco.
El Cisen pudo documentar que esas “acciones directas violentas” venían de parte de grupos como el Frente de Liberación de la Tierra (52 acciones), el Frente de Liberación Animal (44), las Células Autónomas de Revolución Inmediata Práxedis Guerrero (32), la Federación Anarquista Informal (30) y la Conspiración de las Células de Fuego (12).
En la Ciudad de México, el Cisen documentó la existencia de la Acampada Revolución, el Bloque Anarko Sur, el Bloque Anarko Norte, el Bloque Negro Anarquista, la Casa en Movimiento Chanti Ollín, el Colectivo Autónomo Magonista, la Coordinadora Estudiantil Anarquista, Cruz Negra Anarquista y el Frente Oriente Okupa Che.
Entre las acciones atribuidas a estos grupos se hallan ataques con bombas molotov a oficinas gubernamentales, diversas automotrices y sucursales bancarias. En junio de 2015, “en solidaridad con anarquistas presos en México”, 30 encapuchado le prendieron fuego al INE de Xalapa. Ese mismo mes, detonaron un artefacto en las instalaciones de Sedatu, “en solidaridad con los presos y el junio negro”.
Las autoridades de la capital y el Estado de México señalan a algunos de estos grupos como participantes de los disturbios que a principios de 2017 dejó el gasolinazo.
Hoy vuelven a estar activos, extrañamente activos.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com