La alegría que se vive en la afición mexicana, después de que la Selección nos cerrara la boca a todos aquellos que no creíamos en ella y que no le dábamos ninguna esperanza para poder conseguir algo histórico en este Mundial, es un sentimiento que me encantaría nos sucediera más seguido.

México

mostró mucho carácter, un muy buen futbol y una extraordinaria forma de manejar los momentos del partido. Ayer quedó confirmado que las ganas, en este tipo de encuentros, muchas veces sacan adelante las carencias técnicas que algún equipo puede tener.

Los seleccionados, ante Alemania , nos dieron una cátedra de cómo jugar a velocidad y, en el segundo tiempo, de cómo defender y cerrar los espacios contra uno de los mejores conjuntos que hay en el planeta.

Finalmente, podemos decir que ayer se jugó como nunca y se ganó como nunca, porque muchas ocasiones esto no terminaba bien.

Hay que darle el justo mérito a Juan Carlos Osorio , quien entendió a la perfección el duelo en cada una de las zonas del campo y supo transmitirlo a sus dirigidos, quienes —además de dejar todo en cada balón disputado— cumplieron con cada una de sus responsabilidades, con una calificación excelente.

A partir de hoy, en el grupo del Mundial, las cosas cambian y México podrá manejar con mucha mayor tranquilidad lo que venga en los próximos dos partidos, siempre pensando en ganarlos y en no dar ninguna libertad que ponga en riesgo algo con lo que se avanzó muchísimo, al conseguir un resultado que no vamos a olvidar.

Faltaba dar ese golpe de autoridad que demostrara de lo que es capaz el futbol de nuestro país y qué mejor que conseguirlo ante el campeón del mundo, que en ningún lapso del partido se sintió cómodo y al que —incluso— lo notamos molesto por no poder asentarse como hubiera querido a la hora de buscar el arco rival.

Muchas felicidades a cada uno de los futbolistas y al cuerpo técnico, que —con gran trabajo y con un par de blanquillos bien puestos— han conseguido darle una alegría muy grande a los aficionados, que siempre viven con esa esperanza de ver a su Selección lograr algo importante, ya sea a los que desde nuestro país no dejan de apoyarlos, como a todos aquellos que hicieron el viaje hasta tierras rusas y que hoy no paran de festejar lo que parecía imposible en el papel.

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