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A lo largo de la historia, ha quedado demostrado que los futbolistas mantienen o quitan técnicos, y esto es algo que hemos podido ver en las últimas jornadas del futbol mexicano.
En Querétaro , los jugadores salieron a dar la cara en una conferencia de prensa, mencionando que estaban a muerte con su entrenador, pero en siete partidos quedó demostrado que no era así. Y, por arte de magia, llegó Víctor Manuel Vucetich , después del cese de Rafael Puente , y llegó la victoria de 3-0 sobre Morelia.
También tenemos el ejemplo clarísimo en Puebla , donde Enrique Meza no pudo hacer caminar al equipo y en cinco jornadas sólo logró una victoria, pero —curiosamente— desde la llegada de José Luis Sánchez Solá , el conjunto no conoce la derrota.
En Pumas, con David Patiño no lograron ganar en cuatro jornadas, pero llegó Bruno Marioni y el cuadro felino perdió hasta su cuarto juego de Liga.
Les tendieron la cama a los tres y es muy evidente. Los futbolistas se cansan de los directores técnicos, dejan de creer en el proyecto, ponen pretextos, se inventan enfermedades y no se brindan al 100%, como tendrían que hacerlo, pero no es un mal que solamente aqueja al futbol mexicano; sucede en todas partes del mundo.
Existen líderes en cada vestuario, quienes muchas veces —por medio de grilla— terminan con la buena relación y de a poco van consiguiendo que la comunicación no sea la correcta, para que la información que manda el entrenador no llegue como debería.
Pero no en todos los equipos sucede lo mismo. Hay algunos en los que, aunque el técnico se vaya, los planteles son muy cortos y no hay forma de sacarlos adelante.