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Adoptar la tecnología en la Liga de nuestro país parecería ser, de inicio, una buena idea por parte de la gente de pantalón largo, pero si analizamos lo complejo que esto puede resultar, lo maravilloso poco a poco va desapareciendo.
Hemos sido testigos de la falta de capacidad por parte de los árbitros en cada una de las jornadas de la Liga MX. Se dan por buenos algunos goles que venían de un fuera de juego, se inventan faltas que no existían, no se dan cuenta que el balón salió del terreno de juego e incluso se amonesta o expulsa a futbolistas cuando ni siquiera habían cometido alguna infracción. Esto sólo es un ejemplo de la bajísima calidad que los silbantes tienen en este país.
Una vez más, la soberbia con la que se manejan dentro y fuera del terreno de juego, la mayoría, no les permite darse cuenta que necesitan capacitación, y si a esto le agregamos que no hay alguien dispuesto a poner un alto a la falta de disciplina que se vive diariamente en el seno del gremio arbitral, parece aún más complicado que esto pueda mejorar.
El VAR (Video Assistant Referee) sólo es un apoyo para el árbitro a la hora de llevar la dirección de un partido, y es por eso que al seguir estando en manos de un ser humano el tomar o no la decisión para marcar distinto una jugada, hace más complicado el señalamiento. Porque cuando se trata de interpretar una acción y se involucra el sentido —que muchas de las veces es menos común de lo que tendría que ser— da como resultado un segundo error en la misma marcación.
Ha llegado el momento de darnos cuenta que los árbitros se equivocan más por esa gravísima falta de capacidad que por beneficiar o perjudicar a algún equipo. Y es por eso que en una Liga donde no podemos tener nueve silbantes de gran nivel, mucho menos podemos esperar que cuando se necesiten siete para el mismo partido, las cosas puedan resultar favorables para todos los involucrados.
Con el tiempo sabremos si esto vino a solucionarle la vida a los árbitros o si sólo habrá exhibido aún más las carencias de cada uno.