Desde 2007 me he referido en columnas como ésta a los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones de los Hogares (ENDIREH), que realizan (o realizaban) cada cinco años en el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem).

Los resultados no son agradables.

La primera encuesta (2006) reveló que dos de cada tres mujeres mayores de 15 años en México han sido víctimas de algún tipo de violencia, y que las entidades triunfales de este deplorable palmarés eran Jalisco, con 78.5%; el Edoméx, con 78.2%, y la Ciudad de México, con 76.8%. Es decir, casi 80% de las mujeres de esas entidades han sido víctimas de violencia.

En 2011 apareció la siguiente encuesta. Del total de mujeres en el país de 15 años y más, 46.1% sufrieron algún incidente de violencia de pareja a lo largo de su actual o última relación conyugal.

En su casa, en 2011, 42.4% de esas mujeres declaró haber recibido agresiones emocionales que afectaron su salud mental; 24.5% recibió algún tipo de agresión surgida del manejo del dinero en la casa; 13.5% dijo haber sufrido violencia física que acarreó daños permanentes o temporales, y 7.3% aseguró haber sufrido violencia sexual de manos de su pareja.

En esa encuesta, 29% mencionó estar de acuerdo en que “si hay golpes o maltrato en casa, es un asunto de familia y así se debe quedar”; 16.8% estuvo de acuerdo en que “una esposa debe obedecer a su esposo o pareja en todo lo que él ordene”, mientras que 14.7% declaró que “es obligación de la mujer tener relaciones sexuales con su esposo o pareja”.

Etcétera…

La encuesta más reciente, la de 2016, encontró que “66.1% de las mujeres de 15 años o más han enfrentado al menos un incidente de violencia”. Esto significa que 30.7 millones de las 46.5 millones de mexicanas han sufrido violencia.

De ellas, 49% la ha sufrido del tipo emocional; 41% sexual, 34% física, y 29% económica. Otro dato: 44% de las mujeres han sido agredidas por sus parejas. De ellas, 20% “solicitó apoyo, denunció, o ambas acciones”; de ellas, 64% declaró que la violencia “le ha dejado consecuencias emocionales”; de ellas, 8% pensó su icidarse y 3.4% de esas mujeres lo intentaron.

En 2016, 9.4% de las mujeres de 15 años y más declararon haber sufrido abuso sexual en la infancia por parte de (casi siempre) sus parientes. El 34.3% ha sufrido “algún tipo de violencia sexual” en espacios públicos; 26.6% en el ámbito laboral, y 25.3% en las escuelas (de las cuales 16% fueron agresiones físicas y 10% sexuales).

En 2016 la Ciudad de México desplazó a Jalisco como la entidad más violentadora de mujeres, con 79.8%, seguida de cerca por el Edoméx y Jalisco (con 52%, el estado con menor índice de violencia contra las mujeres fue Chiapas).

Según el gobierno (gob.mx/nosotrosporellas), el perfil del agresor incluye a los hombres que “son violentos y agresivos en el ambiente familiar, pero en espacios públicos pueden llegar a ser seductores y persuasivos.
 Resultan ser violentos con las mujeres que mantienen relaciones de pareja, y muestran un alto grado de dependencia hacia la mujer y poca autoestima. 
No asumen su violencia. Suelen ser inseguros, celosos, dominantes y agresivos.
 Tienen actitudes sexistas y creen en todos los estereotipos de mujer.

Y sobre todo: a los hombres que “mantienen valores tradicionales respecto al género y los roles tradicionales del hombre y la mujer”.

Bueno, pues. Ahora como entonces, pienso que lo asombroso es que no sea 100% de las mujeres mexicanas las que han sido maltratadas, si se parte de que maltratar damas es uso y costumbre de un pueblo tan bravío, educado a golpes, curtido en alcohol, sobresaturado de canciones galanas escritas por ebrios patéticos que se pasan el día berreando que siguen siendo el rey y tralalá.

Lo bueno es que ahora que el neoliberalismo ha sido erradicado de la realidad, y el pueblo ha sido sumariamente juzgado bueno, justo y sabio, esa pesadilla ha terminado.

Mientras, ¿qué pueden hacer las mujeres violentadas del país?

Bueno, pues por lo pronto, el 31 de enero de 2019 la Secretaría de Salud publicó en línea la Convocatoria para la asignación de subsidios para la prestación de servicios de refugio para mujeres, sus hijas e hijos, que viven violencia extrema y, en su caso, a sus centros de atención externa 2019. Pero esa convocatoria se dirige a Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC)…

¿Se asignarán los subsidios, primo hermano, o se habrá cansado el ganso?

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