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Arrancamos el Apertura 2019 con más pena que gloria, porque los árbitros que dicen ser de primer nivel estuvieron fatales.
César Ramos
, en el América-Monterrey, deja de sancionar un penalti clarísimo en favor de los Rayados. No somos pitonisos para saber si las cosas habrían cambiado, pero esa jugada —a final de cuentas— repercute en el juego.
Por otro lado, Jorge Antonio Pérez Durán —en el Necaxa-Cruz Azul— tuvo un trabajo de pena. Un tipejo que se viste de árbitro y dice ser internacional no puede dirigir un partido con tantos errores y que el Video Assistant Referee (VAR) le cambie todas las decisiones.
Y Adonai Escobedo , en el Pachuca-León, también tuvo una muy mala labor.
Son tres árbitros que dejaron mucho que desear, dieron de qué hablar y por ahí presumen, con bombos y platillos, que vinieron Massimo Busacca y Jorge Larrionda, pero en el terreno de juego... Por eso es que estamos en esas circunstancias.
En el tema arbitral, hay silbantes a los que deben darles las gracias, como en los equipos, en los que existen jugadores que no están al nivel requerido. Hay árbitros que han mostrado que no tienen capacidad para dirigir en Primera División , porque el VAR nada más los corrige y eso no está bien.
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