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El éxito o fracaso de la delegación mexicana que está en Lima no se debe adjudicar a Ana Gabriela Guevara . Deportistas que han vivido un ciclo olímpico que inició en Barranquilla 2018 con la estupenda actuación que marcó la historia, al colocarse en el primer lugar del medallero por encima de Cuba, algo que no sucedía desde el año 1966.
Las carencias, falta de preparación de unos, así como los aciertos y el apoyo de otros no es de esta administración. Los que han llegado a Lima ya tenían un bagaje que se está aprovechando, para bien o para mal. Por lo menos el inicio es esperanzador y le dará crédito a la devaluada administración de la hoy directora de Conade, que desde que pisó la oficina de la dirección, está envuelta en polémica, escándalos y en ciertos temas como negligencia y apoyo a presidentes de federaciones señaladas por sus propios atletas.
Ana Guevara realmente empieza en Lima su gestión, atrás quedará el desconocimiento de muchos temas como la alberca tóxica que llevó a niños y jóvenes al hospital en Guadalajara en el marco del Nacional de Natación o si tiene o no el título de licenciatura que requiere el puesto según los requisitos del actual gobierno para ser un funcionario público.
También quedará atrás el apoyo incondicional a los atletas representados por un agente en vez de llevar a los mejores en su especialidad, en fin, los Panamericanos deberían ser borrón y cuenta nueva, esa cuenta regresiva hacia Tokio 2020, Juegos Olímpicos que tendrán una mucho mayor difusión que los anteriores en Brasil y en los que el deporte mexicano estaría obligado a ganar por lo menos una medalla de oro, algo que no sucede desde 2008 en China, cuando María del Rosario Espinoza y Guillermo Pérez ganaron en taekwondo.
En Londres 2012 se ganó una de oro, pero fue del futbol, un deporte totalmente alejado —afortunadamente— del modelo gubernamental.
A Ana parece que se le ha olvidado lo que es ser un atleta y las necesidades que estos tienen, según la especialidad. Por eso no se entiende que en la recta final del camino a Tokio 2020 no se vea un panorama claro, de su parte, para realizar un plan con el que los deportistas puedan tener la mejor preparación.
Pero ni presupuesto —para el que queda claro que el deporte de alto rendimiento no debería ser prioridad—, ni un proyecto con el que involucre a la iniciativa privada para que le invierta en el apoyo a los atletas. Hoy da la impresión de que el deportista que no es cercano a Guevara y su gente, va solo en el camino a los Juegos Olímpicos.
Porque por más que la directora de la Conade diga que en el abanderamiento de los atletas Parapanamericanos se acercará con el presidente Andrés Manuel López Obrador en busca de una partida especial para los incentivos a medallistas, administrar el deporte en México no se trata de estirar la mano y pedirle a la SEP —de la que depende la Comisión— o al Gobierno Federal. El deporte en nuestro país necesita de un proyecto que permita tener desarrollo de atletas y preparar el año olímpico, lo que ahora sí será totalmente su responsabilidad.