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Elizabeth Swaney se ha pitorreado del olimpismo, en la cara del conservador presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, quien se atrevió a suspender a todo un país argumentando que existe una política de Estado para el dopaje en Rusia, castigando a inocentes y manchando la imagen de muchos atletas, en lugar de haber sancionado solamente a quienes hicieron trampa por medio del uso de sustancias prohibidas; pero sí permitió que una atleta cumpliera su gran capricho de ir a unos Juegos Olímpicos, aunque en realidad, ni atleta es.
La historia de Elizabeth es patética para el olimpismo. Es una vergüenza y una mancha gigantesca, otra más, a la gestión de Bach.
Tal vez por la poca difusión que tienen los deportes invernales en México pasó desapercibido, pero lo que hizo esta dizque atleta es una falta de respeto a todos aquellos que sí se preparan día a día en busca de estar en unos JJOO.
Esto fue lo que sucedió: Swaney se presentó en la prueba de halfpipe femenil. Quedó en último lugar, pero de manera calculadora, no realizó ninguna suerte para evitar una posible caída que la descalificara y no pudiera concluir el recorrido, lo cual fue su meta desde el inicio. Un espectáculo ridículo.
Elizabeth quiso ser olímpica a como diera lugar, probó suerte como estudiante de la Universidad de Berkeley en diferentes pruebas, pero sería después cuando encontró la rendija perfecta para engañar al mundo. Estadounidense con origen húngaro, halló la manera de representar a un país con poca tradición en los invernales. Aprovechó las lagunas en el reglamento para clasificar a unos JJOO, a los que ahora pueden ir turistas vestidos de atletas.
La NBC pagó poco más de 4 mil millones de dólares por derechos de transmisión (de 2014 a 2020) y esa noche, cuando compitió Elizabeth, los comentaristas no podían entender lo que estaba pasando... cómo se había colado a unos Olímpicos esta patética deportista, quien ensuciaba una competencia tan compleja como el halfpipe, por cierto, modalidad que está en el programa olímpico desde hace muy poco y que en Estados Unidos y Canadá tiene gran aceptación. De hecho, hay parques diseñados en específico para el desarrollo de este deporte.
Tomas Bach pasará a la historia como el peor presidente del COI, porque toma decisiones con el hígado y no con la cabeza, porque, si bien, el espíritu del olimpismo es la unión, tampoco se puede permitir lo que sucedió con Swaney. Muy diferente la participación de los mexicanos, que sí cumplieron y se arriesgaron —aunque no sea con el nivel de la élite mundial—, en un proceso de clasificación limpio.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
La historia de Elizabeth es patética para el olimpismo. Es una vergüenza y una mancha gigantesca, otra más, a la gestión de Bach.
Tal vez por la poca difusión que tienen los deportes invernales en México pasó desapercibido, pero lo que hizo esta dizque atleta es una falta de respeto a todos aquellos que sí se preparan día a día en busca de estar en unos JJOO.
Esto fue lo que sucedió: Swaney se presentó en la prueba de halfpipe femenil. Quedó en último lugar, pero de manera calculadora, no realizó ninguna suerte para evitar una posible caída que la descalificara y no pudiera concluir el recorrido, lo cual fue su meta desde el inicio. Un espectáculo ridículo.
Elizabeth quiso ser olímpica a como diera lugar, probó suerte como estudiante de la Universidad de Berkeley en diferentes pruebas, pero sería después cuando encontró la rendija perfecta para engañar al mundo. Estadounidense con origen húngaro, halló la manera de representar a un país con poca tradición en los invernales. Aprovechó las lagunas en el reglamento para clasificar a unos JJOO, a los que ahora pueden ir turistas vestidos de atletas.
La NBC pagó poco más de 4 mil millones de dólares por derechos de transmisión (de 2014 a 2020) y esa noche, cuando compitió Elizabeth, los comentaristas no podían entender lo que estaba pasando... cómo se había colado a unos Olímpicos esta patética deportista, quien ensuciaba una competencia tan compleja como el halfpipe, por cierto, modalidad que está en el programa olímpico desde hace muy poco y que en Estados Unidos y Canadá tiene gran aceptación. De hecho, hay parques diseñados en específico para el desarrollo de este deporte.
Tomas Bach pasará a la historia como el peor presidente del COI, porque toma decisiones con el hígado y no con la cabeza, porque, si bien, el espíritu del olimpismo es la unión, tampoco se puede permitir lo que sucedió con Swaney. Muy diferente la participación de los mexicanos, que sí cumplieron y se arriesgaron —aunque no sea con el nivel de la élite mundial—, en un proceso de clasificación limpio.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx