Si observan el video de la conferencia de Matías Almeyda cuando anuncia que Oswaldo Alanís no jugará con las Chivas en el Clausura 2018, nos damos cuenta que algo no estaba bien con el técnico.


Habló de aprecio por el defensor, pero al momento de dar el resto de los argumentos no se le escuchaba convencido. Su cara lo delató, incluso, no era el Matías sereno de otros momentos.


Era como si estuviera obligado a declarar lo que finalmente dijo, sin que hubiera un real convencimiento. Como si alguien de mayor jerarquía en el club le hubiera solicitado, de la manera que fuera, apegarse al discurso. Claro que el tema le incomoda, porque lo pone contra la pared en el vestuario, con los jugadores y la misma directiva.


Por una parte, como esa especie de gerente general tuvo que conducirse de manera institucional. 


Por el otro lado, seguro pensaba en lo que esto puede afectarle en un vestuario que debe mantener en armonía para obtener los resultados a los que está obligado después del rotundo fracaso que fue el Apertura 2017.


Pero el propio Almeyda es el culpable de estar en esa posición, luego de asumir el control total en esa especie de gerencia deportiva, sin que exista otro personaje al cual delegarle ciertas funciones, responsabilidades y hasta culpas. De ahí, que hace no mucho tiempo se pensara en llevar a alguien para ocupar ese puesto vacante, que bien le hubiera servido para recibir todo lo que se generó en el caso de Alanís.


Sin hacer víctima al futbolista, pero luce más como un mensaje de que los directivos siguen teniendo la última palabra, a pesar de los mensajes de la Asociación de Futbolistas y algunos seleccionados nacionales. Las cosas no van a cambiar  si esa asociación no se levanta con acciones que realmente ayuden a modificar usos y costumbres muy arraigados en algunos clubes.


Y entonces regresamos al eterno debate sobre la necesidad de que los futbolistas profesionales lleven estos casos a otro tipo de instancias. La FIFA lo prohíbe, pero no estaría mal que en el mundo, no solamente en México, dieran este paso tan significativo con todo y sus responsabilidades.


Hace algunos meses, José Luis Higuera aceptó públicamente que existía el Pacto de Caballeros y que era para beneficio de los jugadores. Falacia, mejor deberían entender que el futbolista es un ser humano como ellos y debe tener los mismos derechos y obligaciones que un ejecutivo de un club de futbol, que un empleado cualquiera y no defender la ilegalidad laboral como lo hizo este directivo en el programa de ESPN. 


Tal es el caso de asociaciones como el de los jugadores de la NFL o de la NBA, que luchan en otras instancias, aunque también son bien vigilados en sus movimientos para evitar abusos. 

 @gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses